Cecilia Soto/ Mujeres: avancemos un trecho

  Resulta de inter�s para toda la sociedad y no s�lo para las mujeres, el
  que las pr�ximas legislaturas federal y estatales legislen para
  garantizar igualdad de oportunidades para las mujeres en todos los
  �mbitos y mayor protecci�n para la familia de la mujer trabajadora.

  Cecilia Soto

       En el lapso de los �ltimos 20 a�os, la mujer mexicana ha ganado
  nuevas obligaciones pero no necesariamente todos los nuevos derechos
  correspondientes. En 1975, una de cada cinco mujeres en edad de
  trabajar lo hac�a. En la actualidad, trabajan una de cada tres. Y
  aunque precisamente en 1975, a�o de la Primer Conferencia Mundial sobre
  la Mujer, se adecu� el contenido del art�culo 4o. constitucional para
  garantizar la igualdad del var�n y la mujer frente a la ley, subsisten
  numerosas �reas en las que este principio no se cumple. En especial, la
  avalancha de mujeres que, por necesidad o por voluntad propia, se han
  incorporado al mundo del trabajo ha rebasado a las instituciones y al
  marco legal que protege el trabajo femenino: las mujeres acuden a
  laborar en un contexto de gran desprotecci�n para sus familias.
       Por ello, resulta de inter�s para toda la sociedad y no s�lo para
  las mujeres, el que las pr�ximas legislaturas federal y estatales
  legislen para garantizar igualdad de oportunidades para las mujeres en
  todos los �mbitos y mayor protecci�n para la familia de la mujer
  trabajadora. En este sentido, resulta encomiable la iniciativa del
  grupo Diversa que, apoyado por la Fundaci�n Friedrich Ebert, ha
  conseguido que candidatas y candidatos a legisladores de todos los
  partidos pol�ticos firmen un compromiso de cinco puntos m�nimos. Este
  compromiso, titulado 'Avancemos un trecho', busca que,
  independientemente del partido que gane la mayor�a en la C�mara de
  Diputados (o en las c�maras locales), se ponga en marcha un esfuerzo
  com�n que produzca una agenda legislativa favorable a las mujeres y, de
  hecho, a la sociedad entera.
       Se trata, primero, de legislar para extender al resto de las leyes
  federales y estatales el principio de igualdad jur�dica frente a la ley
  consagrado en el 4o. art�culo de la Constituci�n. En segundo lugar, de
  fomentar una cultura de paternidad responsable y de responsabilidades
  familiares compartidas. El tercer compromiso trata de posibles reformas
  a las instituciones de seguridad social en torno a cuidados
  materno-infantiles y al establecimiento de guarder�as, centros de
  lactancia y otras soluciones y apoyos a la madre trabajadora. El cuarto
  busca desterrar el despido o falta de contrataci�n laboral por embarazo
  y el quinto aborda la dram�tica problem�tica de la violencia
  intrafamiliar.
       De hecho, cada uno de los puntos espec�ficos del compromiso
  firmado son demostraciones de c�mo "del dicho al trecho hay un gran
  trecho": una cosa es lo establecido en el
  4o. art�culo constitucional y muy otra la realidad cotidiana que
  vivimos las mujeres. Por ejemplo, lo relativo al cuarto punto, el
  requisito de examen que demuestre que no hay embarazo para poder
  solicitar empleo ha sido juzgado como violatorio de las garant�as
  individuales de las mujeres por la Comisi�n de Derechos Humanos del
  Distrito Federal y, sin embargo, contin�a como pr�ctica vigente entre
  grandes empleadores de los sectores p�blico y privado.
       La demostraci�n de ingravidez la exige la Secretar�a de Educaci�n
  P�blica, Telmex, los bancos, el Departamento del Distrito Federal, el
  gobierno de Sonora y de muchos otros estados, Pemex y muchas otras
  empresas privadas o entidades p�blicas. En esto, los empleadores se
  muestran piadosos creyentes del Esp�ritu Santo pues hasta ahora no se
  ha sabido de alg�n var�n a quien, al solicitar empleo, se le haya
  exigido prueba de no haber embarazado a alguien. La filosof�a detr�s de
  este acto de discriminaci�n medieval es muy simple: que la mujer
  embarazada se las arregle como pueda.
       Es tan obvia la violaci�n de esta exigencia al art�culo 4o.
  constitucional e incluso a la Declaraci�n de los Derechos del Hombre
  (sic) que lo que m�s sorprende es la falta de decenas o centenas de
  amparos interpuestos por mujeres que no hayan sido contratadas
  laboralmente por su estado de gravidez. �Por qu� se ha tolerado y por
  qu� se tolera su pr�ctica en el sector p�blico, el primero obligado en
  cumplir la ley? Las razones son muchas: por inercia, pues es una
  pr�ctica generalizada a muchas empresas, por el temor a quedar
  identificada y no ser empleada posteriormente, por la dificultad para
  probar la discriminaci�n pues nada de esto est� escrito formalmente en
  el contrato colectivo, por la falta de una cultura de respeto al
  derecho, por la impunidad, etc�tera.
       Estos cinco puntos son un buen inicio pues unen a mujeres y a
  hombres de distintos partidos pol�ticos en torno al prop�sito com�n de
  lograr un ambiente de mayor justicia e igualdad para los hombres y las
  mujeres en M�xico. A la vez, da la pauta para profundizar en las
  problem�ticas regionales. Por ejemplo, las legisladoras de los estados
  fronterizos o de aqu�llos con gran presencia de la industria
  maquiladora deber�n poner especial atenci�n a las condiciones de gran
  desventaja para la salud de la mujer y de sus hijos; las legisladoras
  de Nuevo Le�n podr�n profundizar sobre la discriminaci�n laboral que
  sufre la empleada de confianza cuando contrae matrimonio; las
  legisladoras de regiones con gran presencia campesina saben de una
  realidad que rebasa el marco de la salud y la protecci�n laboral y
  alcanza lo productivo, etc�tera.
       La tan tra�da y llevada transici�n podr� garantizar la democracia
  electoral y la llegada de nuevos actores pol�ticos al poder pol�tico
  pero, esto apenas nos empareja con lo que han logrado muchos pa�ses
  desde principios de siglo. Para estar a tono realmente con el cambio de
  siglo, hombres y mujeres en M�xico deben gozar no de la igualdad a
  secas (pues afortunadamente no somos iguales), sino de la igualdad de
  oportunidades para madurar como seres humanos plenos.
       Comentarios o informaci�n: csoto@rtn.uson.mx

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