por
Agustin Navarro
Es oportuno retomar el tema de las interminables "reformas" que se han implementado en todos los srdenes de vida nacional y que sin embargo no han dado resultados satisfactorios y palpables para la mayorma de la poblacisn mexicana. Como lo expresi en ocasisn anterior ("La trampa de las reformas". Excelsior 10/12/95): "los analistas revisan, proponen y critican las "reformas" todos los dmas en la prensa y en los medios de comunicacisn. Los funcionarios pzblicos, lmderes polmticos, empresarios, trabajadores, empleados y la gran masa de desocupados, muestran caras de desesperacisn, porque las tales "reformas" simplemente no estan funcionando, como se suponma debman hacerlo ya".
Revisari las razones principales que explican porque el gobierno llevs al pams a la "trampa de las reformas", con objeto que podamos formular un juicio sslido del porqui seguimos entrampados en ese cmrculo vicioso de medidas y reformas incompletas que continzan generando inflacisn, enorme desempleo, endeudamiento externo e inestabilidad polmtica, provocando a su vez, la implementacisn de polmticas azn mas miopes y que en algzn momento, pueden alterar esa estabilidad social que se encuentra prendida de unos cuantos alfileres.
Las causas fueron las siguientes: Primero, en el ejercicio de liderazgo---todavma ausente en nuestro pams---nuestro maximo lmder polmtico, el Presidente de la Repzblica, desde el principio de su administracisn debis haber formulado y vendido a los ciudadanos una visisn positiva de la sociedad futura a la que se pretendma llegar con las reformas. No reducirse a hablar y defender a rajatabla las reformas en sm mismas, sino definir con claridad el rumbo que tomarman las polmticas. Esto era indispensable hacerlo en la economma, de lo contrario las expectativas no cumplidas, destruiran la credibilidad, la confianza y la certidumbre, tal y como ya ocurris en Mixico.
En esta misma linea, el lenguaje polmtico debis haber sido claro, positivo y sincero para poder motivar al pueblo, hablando directamente al corazsn de los hombres, mujeres, jsvenes y niqos mexicanos. Debieron haberse usado palabras y tirminos "extremos", porque los compromisos que se adquirman, pertenecen a la realidad, no a imagenes o visiones de una "realidad virtual". Se debis rechazar tajantemente cualquier forma o alternativa de "un tercer camino" para tratar de combinar mundos incompatibles, como intentar crecer y recesionar al mismo tiempo. Para vender las reformas, se requerma dirigirse directamente al pueblo, no nada mas hablar en corto a los empresarios, polmticos, intelectuales y lmderes obreros, sino explicarselas a la poblacisn detalladamente y defenderlas en una campaqa permanente, mediante un buen sistema de comunicacisn y no como en el caso de la comunicacisn "social" de la administracisn actual, que continza siendo una positiva desgracia, como lo ratifica la opinisn pzblica, en encuestas recientes. Segundo, las reformas debman haber incluido tanto cambios en las instituciones como en las regulaciones legales y en el comportamiento y habitos burocraticos. Asm, las reglas del juego ya habrman cambiado a esta altura, casi en su totalidad. Por un lado, se tenma que desregular y liberalizar, por el otro, debman haberse definido los lmmites y las restricciones para la toma de decisiones en cada campo, por parte de los participantes: gobierno y particulares. Solo asm, se podman haber desatorado rapidamente los mercados, estimulando la iniciativa de los individuos, eliminando mayor interferencia estatal y hubiese incentivado a todo mundo para actuar de manera racional y entusiasta.
Tercero, todos sabemos que los cambios institucionales toman tiempo, pero mucho del debate sobre la velocidad de la transicisn (rapidez o gradualismo) se resolvma con una apropiada distincisn conceptual entre ambas formas de transformacisn. Lo que si debe quedar claro--como lo describe Vaclav Klaus, Primer Ministro de la Repzblica Checa, en su "teorema de la transformacisn"---es que la ingenierma social rmgida para modificar la sociedad es falsa y que es imposible originar y hacer surgir una sociedad libre y una economma de mercado a partir de una planificacisn central. Ese fue el error grave que cometis Salinas con su falso neoliberalismo. Por momentos temo que las tibias e hmbridas reformas libero-keynesianas del Presidente Zedillo, se conviertan en renovado despotismo econsmico o al menos, en un encubierto proteccionismo, especialmente si en fecha prsxima, se llegara a implementar esa "polmtica industrial" febrilmente ansiada y promovida por los empresarios, que buscan nuevamente la paternal ayuda estatal.
Cuarto, las autinticas reformas econsmicas debieron haber sido radicales, valientes, determinadas y claro, momentaneamente dolorosas, ya que siempre---al iniciar su funcionamiento---exigen la desaparicisn total de los subsidios de precios, de demandas artificiales y de mercados protegidos. Ademas, con la desregulacisn total de precios---que tampoco se hizo---se habrma dado, el consabido brinco en el alza de los precios, pero sslo uno y no esa inflacisn reprimida y permanente que sufrimos ahora; que se resiste y que el gobierno encubre con una perniciosa indexacisn de la economma, misma que incluys al hasta ahora fallido rescate---por medio de las UDIs---de los bancos y tiene en mayor agonma a los deudores. Estas y otras penalidades debieron ser especmficamente anunciadas, explicadas, defendidas y sacado adelante. Por el contrario, el Presidente Zedillo y su gabinete se dedicaron a hacer pronssticos macroeconsmicos que cada dma eran mas efmmeros y todavma siguen jugando a la ruleta rusa en iste campo.
Es muy posible que el dilema---que todavma plantean algunos analistas y buena parte de la sociedad mexicana---entre las medidas de corto plazo (Salinas) y las de largo plazo (Zedillo), nunca hubiese existido y en todo caso ya estarma resuelto. En otras palabras, si las reformas hubieran sido completas, radicales y bien manejadas polmticamente, la economma ya mostrarma manifiestos signos de recuperacisn. Esto es particularmente importante hacerlo resaltar, porque la apuesta que el Presidente Zedillo hizo al simple paso del tiempo, no sslo es socialmente muy riesgosa, sino que al fallar y no hacer los ajustes necesarios, nos metis en esa espiral sin fin de reformas ineficaces o que a su vez se "reforman" a zltima hora, como termins sucediendo con la del Seguro Social, o retrocesos lamentables como en el caso reciente de las ventas de petroqummicas. Ante todo esto, tanto los mexicanos como los extranjeros ya se muestran muy impacientes. Como lo he escrito antes: "El sufrimiento para el pueblo de Mixico ha sido excesivo y en muy buena parte innecesario, ya que los sacrificios propios de una reforma revolucionaria como la que exige el pams en el ambito polmtico y econsmico, ya estarman en proceso de extincisn y la inflacisn y la recesisn que nos tiene paralizados, no nos amenazarman con una permanencia de largo plazo, como parece todo indicarlo". Mixico necesita con urgencia una reforma monetaria y fiscal radicales, reducir ese el gasto publico sanforizado e intocable y cesar el activismo fiscal para satisfacer los apetitos de los prestamistas y los mercenarios extranjeros y evitar un nuevo proteccionismo para los neo-empresarios de invernadero. El pams requiere reglas fijas, no pactos y alianzas interminables. Es indispensable una moneda firme---sin intervenciones sucias en los mercados de cambios y de valores---y el fomento fiscal del ahorro interno, asm como, soluciones de mercado a las carteras vencidas, reconociendo su verdadero valor mediante quitas y descuentos, como ya lo estan haciendo algunos bancos con visisn realista (Banorte). Estas polmticas econsmicas, son la znica salida pronta de la "trampa de las reformas", en la que indebidamente seguimos aprisionados.
E-mail: anavarro@mpsnet.com.mx Mixico D.F., a 5 de Mayo de 1996.