por
Agustin Navarro
Una reciente nota periodmstica del historiador mexicano Enrique Krauze titulada "Neoconservadores" (Reforma 04/21/96) me desperts la necesidad de hacer algunas precisiones sobre la ideologma conservadora y el porqui sus adeptos en la izquierda y la derecha polmtica tratan de hacer comulgar a la opinisn pzblica con esas ruedas de molino de socialismo irredento y---como afirma Krause---enmascaradas de humanitarismo y progresismo, atacan a la economma de mercado. Esto sslo es la punta del iceberg, ya que el pensamiento y la lsgica conservadora tiene alcances y consecuencias polmticas, econsmicas y sociales muy relevantes y dignas de ser comentadas con mayor amplitud.
En una de sus obras mas importantes, "La Constitucisn de la Libertad" (The University of Chicago Press/1960-P796), F.A. Hayek, Premio Nobel de Economma de 1974, escribis un famoso capmtulo denominado "Porqui no soy un Conservador", en donde explica a detalle las grandes aproximaciones de la ideologma conservadora y el socialismo y por tanto es literatura obligada para todos a los que interesa la filosofma polmtica, la historia, la economma y la polmtica en sm misma. Es interesante ver como los amantes de la libertad polmtica y econsmica y del cambio social, que militan en la oposicisn, terminan del mismo lado de aquellos que se oponen al cambio drastico o sean, los conservadores, quienes desde la Revolucisn Francesa hasta el surgimiento del socialismo, eran los opositores acirrimos del liberalismo. J.S. Mill desde 1855, ya decma que "casi todos los proyectos de los reformadores sociales en esos dmas, eran liberticidas".
La confusisn entre conservadores, liberales y socialistas se inicis formalmente a partir de que los radicales y socialistas en los Estados Unidos, empiezan a auto-llamarse liberales, situacisn que despuis se complics azn mas cuando los liberales racionalistas europeos se incorporaron como compaqeros de viaje del socialismo. El verdadero problema de fondo de ista confusisn es que la ideologma conservadora---por su propia naturaleza---no puede ofrecer a la sociedad una alternativa a la direccisn en que se esta desplazando en cierto momento. A lo mas---con su resistencia al cambio---detendra ligeramente el curso de los acontecimientos, quizas indeseables, pero dado que ista no ofrece otra direccisn, no puede prevenir que continzen los destructivos procesos contemporaneos, como es evidente en el caso de Mixico, en donde los conservadores comparten muchos conceptos del intervencionismo estatal, el proteccionismo y la tercera vma, ya que sin tener metas fijas, creen que la solucisn esta enmedio de los extremos del estatismo, el autoritarismo polmtico y la libertad econsmica y la democracia. Es asm como se explica ese doble estandar que practican los actuales conservadores gubernamentales. Por un lado, aplican un enirgico centralismo econsmico y fiscal y por el otro, se escudan detras de ese sospechoso federalismo polmtico frente a las practicas antidemocraticas de los caciques regionales ultraconservadores.
Los conservadores, se oponen a la evolucisn y al cambio espontaneo, por lo tanto son enemigos naturales del crecimiento libre de la sociedad en todos sus angulos. sociales, polmticos y econsmicos. Esto no significa que no se puedan defender las garantmas individuales, los derechos de propiedad, la libertad y la democracia mediante instituciones creadas espontaneamente y ya establecidas, como son el lenguaje, la ley, la moral, etc., siempre y cuando, istas respondan adecuadamente a esos principios polmticos y valores antes enunciados.
Tanto el miedo al cambio, como la desconfianza a todo lo nuevo, es tmpico entre los conservadores. El valor y la confianza no anida en los corazones conservadores. Por lo mismo, se inclinan continuamente por usar el poder del gobierno para prevenir el cambio o para disminuir su ritmo y no tienen fe en las fuerzas espontaneas de ajuste a los cambios. Por eso desconfman de la fuerza reguladora de los mercados. Por eso atacan despiadadamente a la economma de mercado junto con los empresarios justicialistas, keynesianos emboscados y los marxistas trasnochados de la sierra chiapaneca. El principal obstaculo para el funcionamiento libre de los mercados, es la inhabilidad omnipresente que tienen los conservadores para concebir que se puede lograr el necesario balance entre oferta y demanda, entre exportaciones e importaciones, entre creacisn y distribucisn de riqueza, etc. sin un control deliberado del Estado. Los conservadores solamente se sienten seguros y contentos, si se les asegura que una sabidurma superior (el Estado) observa y supervisa que el cambio se haga en forma "ordenada".
Otra caractermstica de los conservadores, es su proclividad por la autoridad y su falta de comprensisn de las fuerzas econsmicas, ya que desconfman tanto de la teorma como de los principios econsmicos fundamentales. El orden es para ellos, el resultado de la permanente injerencia de las autoridades, lo que explica la histsrica y conocida complacencia de los conservadores con el autoritarismo presidencial, que tanto hemos sufrido los mexicanos. Su preocupacisn principal no radica en la disminucisn del poder, sino que el mismo---aunque sea excesivo---se mantenga acotado--dentro de ciertos lmmites--- y no le dan la importancia que merece a la coercisn y al poder arbitrario, siempre que se use para fines "apropiados". Los conservadores, siempre oportunistas y ausentes de principios y direccisn, confman en que sslo los sabios y los buenos gobiernen, sin preocuparse tanto en limitar el poder del Estado, como en quien lo ejercita. Asm buscan imponer los valores en los que creen, sobre el resto del pueblo.
Afirmar que no tienen principios, no significa que no tienen convicciones morales. Por el contrario, tienen muy fuertes convicciones de ese tipo, pero carecen de principios polmticos que permitan, con un mmnimo de fuerza, la co-existencia pacifica en la sociedad de otros valores a los de ellos. Para ello se requiere comprometerse intelectualmente con un sistema de orden, en el cual, aquellos asuntos fundamentales para unos, por otros medios, tambiin puedan resolverse para otros. Dicho en otra forma, las convicciones morales que conciernen a la conducta y que no interfieran directamente en la esfera privada de otras personas, no justifican el uso del poder o la coercisn. Por tanto, tampoco se justifican los privilegios, los monopolios o el uso de la fuerza del Estado para proteger selectivamente a algunos, contra las fuerzas del cambio.
En materia de democracia, ista debe ver al gobierno de la mayorma, como un medio, no un fin y como la forma menos perjudicial de gobierno, entre aquellas en que tenemos para escoger. El peligro no es la democracia como lo piensan los mas rancios conservadores, sino el gobierno ilimitado y el ejercicio ilimitado del poder. Los grandes poderes que otorga la democracia serman mas intolerables azn, si quedaran en manos de una pequeqa ilite. Lo importante no es quien gobierna, sino que es lo que al gobierno le esta facultado hacer.
Los conservadores son usualmente proteccionistas en materia econsmica, industrial, comercial y agrmcola especialmente, lo que los identifica y aproxima al "liberalismo social" salinista, de ingrata memoria y se esconden en un cmnico pragmatismo, en el cual solo aprueban lo que ha sido comprobado por la experiencia, para resistir al cambio, y como no creen en el poder de los argumentos, se escudan en una sabidurma superior que se arrogan ellos mismos. Como dirma Disraeli: "? No es acaso el hombre practico, el que practica el error de sus predecesores ? ". No todo lo nuevo es necesariamente benifico, pero el avance del conocimiento es uno de lo objetivos del esfuerzo humano para resolver sus problemas. Sin embargo los conservadores son propensos al oscurantismo, al rechazar nuevos conocimientos bien substanciados, porque temen o les disgustan presuntas consecuencias de su aplicacisn.
Los conservadores, ademas de su desconfianza hacia lo nuevo, muestran hostilidad al internacionalismo y son proclives a un nacionalismo estridente. Parecen no reconocer que para las ideas que cambian a la civilizacisn, no existen fronteras y que el desarrollo de dichas ideas es un proceso internacional. Una cosa es el patriotismo y otra el nacionalismo conservador al viejo estilo del liberalismo continental europeo derivado de la Revolucisn Francesa. Se puede ser un seguidor y fiel adepto de las tradiciones nacionales, sin ser un nacionalista recalcitrante.
Ante esa explicable simbiosis del crudo racionalismo socialista retrsgrado y el misticismo conservador, que explica satisfactoriamente el porque de los ataques al neoliberalismo por parte de los neoconservadores de izquierda y derecha, tambiin se comprueba que al no tener ellos una alternativa a la economma de mercado, Mixico estara perdiendo el tiempo mientras estin en el poder o en posiciones de influencia en la polmtica economico-social del pams. Los mexicanos debemos ser escipticos, tanto de ese racionalismo---dado que nadie tiene todo el conocimiento, ni todas las respuestas a los problemas que aquejan a la sociedad y enfrentar con valentma esa ignorancia, admitiendo lo poco que sabemos---como del misticismo que implica sustituir la realidad con un Estado omnipotente o una fuerza sobrenatural. Sin embargo, debemos ser tolerantes con quienes asm lo crean.
Las convicciones iticas que tengamos en lo individual, por profundas y respetables, no nos dan derecho a imponerlas sobre los demas y debemos distinguir lo que es de Dios y lo que es del Cisar. Por todo lo anterior y algo mas, yo tampoco soy conservador.
E-mail: anavarro@mpsnet.com.mx Mixico D.F. a 28 de Abril de 1996.