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POR QUE NO CRECEMOS

por Agustin Navarro

Es ya generalizado el clamor del pueblo respecto a ¿cómo, cuándo y dónde? empezarán a sentirse los efectos de una reactivación económica, cuya existencia se proclama pero que no llega a las bocas y a los bolsillos de los mexicanos. La explicación, que no necesita buscarse con la lámpara de Diógenes--esa lámpara necesaria para encontrar a los pocos ex-gobernante honestos---radica simplemente en que la economía mexicana no crece, ni en la proporción, ni en la velocidad que se requiere para escapar de la estanflación que todavía nos aprisiona .

El elemento ausente más importante e indispensable para la reconstrucción de la economía es un sistema de impuestos razonable, moderno y simple que a la vez que permita al Estado recaudar de manera efectiva y suficiente para atender sus obligaciones constitucionales, sea un incentivo poderoso para que el pueblo, en forma mas pareja y generalizada, se reincorpore a la actividad productiva y al consumo. La anarquía que prevalece en la precaria mejoría económica---más de naturaleza cosmético-estadística que otra cosa---se debe fundamentalmente a que no existen condiciones favorables para su desarrollo pleno, armónico y expedito.

Los impuestos son siempre un elemento que afecta negativamente la actividad económica. Advertidos de que no hay impuestos neutrales y siendo éstos necesarios para la convivencia social civilizada, deben establecerse los tributos que menos perjudiquen al libre intercambio de bienes y servicios. Esa es una premisa fundamental para el crecimiento de la economía, que desafortunadamente no está presente en las políticas económicas de gobierno actual y por tanto un número enorme de mexicanos se han colocado al margen de la economía abierta---en la economía informal---y su condición de productores y consumidores esta muy disminuida, no contribuyen como podrían hacerlo y únicamente se dedican a la mínima supervivencia para evitar ser detectados y engullidos por el sistema fiscal vigente.

Esta ausencia no sólo afecta a la incipiente reactivación económica de México. Argentina mantiene restringida su economía en razón de los altos impuestos que sufre. No obstante el éxito de los argentinos en el combate a la inflación y la implementación del Consejo Monetario que le dio credibilidad al Peso, después de décadas interminables de inestabilidad, el índice Merval de valores accionarios parece que ha detenido su ascenso en el rango de los 580-600 puntos. Las altas tasas marginales del Impuesto sobre la Renta (hasta de 30 %)---menores que las de México---aunadas a tasas complementarias, impuestos sobre nómina, IVA de 21 % , aranceles, un absurdo y nuevo impuesto sobre la riqueza, están también impidiendo el crecimiento de esa economía. Curiosamente, se están reproduciendo en Argentina efectos similares a los de la economía mexicana, en donde un sector exportador está boyante, la producción de cemento y linea blanca está a la mitad y las ventas de bebidas se están colapsando (20 %) respecto a 1995. Hay que transitar por la calle Florida para ver como se ha deprimido el comercio en general, por los altos costos reflejados en los precios .

¿ Cómo es posible, que después de aciertos tan importantes como los logrados por la política económica argentina, los demonios sueltos de los impuestos amenacen la prosperidad ? La clave del asunto está en los impuestos mismos. Las crisis recurrentes que provocan las políticas extraterritoriales del Fondo Monetario Internacional (F.M.I.) en aras del saneamiento fiscal de gobiernos manirrotos, destruyen la planta productiva y de consumo de los países víctimas de la cicuta impositiva que prescribe el F.M.I. para nivelar las finanzas públicas. Los gobiernos, ni tardos ni perezosos, implementan los gravámenes, ya que son alérgicos a bajar el gasto público y a lo que más llegan es a contenerlo transitoriamente. El ciclo se completa al disminuir la recaudación fiscal, como resultado de la depresión económica inducida previamente, lo que garantiza la perpetuación y permanencia de los altos impuestos. ¿ Como bajar los impuestos, si se está cayendo la recaudación? se preguntan perplejos, los causantes originales del mal.

Por eso los países no crecen a pesar de aparentes o reales progresos en las cifras macroeconómicas y alargan el sufrimiento de sus pueblos en forma inhumana e innecesaria. Recientemente se completó un excelente estudio sobre la relación cualitativa y cuantitativa de la libertad económica con el crecimiento económico generalizado de las economías y el aumento del ingreso per cápita, siendo este último, el que resulta ser el indicador auténtico de la recuperación económica. La evidencia es abrumadora y ha sido cuantificada en un documento titulado "Libertad Económica en el Mundo 1975-1995", editado por el Fraser Institute de Canadá.

En la página XXII de dicho estudio, aparecen dos gráficas que muestran esa íntima relación a la que me he referido y que se resume en lo siguiente: A mayor libertad económica se dará mayor ingreso neto per cápita y también mayor tasa de crecimiento del ingreso per cápita. Por ejemplo en 1995, el Grado A (máxima libertad) dio un ingreso promedio per cápita anual de $ 15,834 dólares y un crecimiento promedio porcentual anual de 3.3 % del ingreso per cápita. Por su parte, el Grado F- (mínima libertad) dio un ingreso per cápita anual de $1, 650 dólares (casi diez veces menos) y un "crecimiento" negativo de -1.3 % anual (veinticinco veces menos que el Grado A). A ver que otro pretexto se les ocurre a los que no creen en la liberalización a ultranza de la economía, ahora que se ha demostrado la pobreza que provocan las políticas e ingeniería económicas de rectoría planificadora de la economía mexicana.

México, a pesar de sus modestas y espaciadas reducciones de impuestos, mejoró su crecimiento económico en 1985 (4.1%), 1990 (5.3 %) y 1994 (5.8%), cuando redujo la tasa máxima del ISR del 55 % al 40 % y al 35 % respectivamente. Para lograr un crecimiento económico que remonte el desplome que ha sufrido la economía mexicana y se beneficie en forma rápida y auténtica al pueblo, se necesitan tasas de crecimiento cercanas al 10 % anual. La única forma de hacerlo responsablemente---sin indisciplina fiscal---es reduciendo los impuestos y mejor aún, modificando de raíz el sistema tributario, con un sólo Impuesto de Tasa Unica (ITU), de tasa muy reducida (12%).

Reactivación, no es recuperación, especialmente en casos como el de México, en que ---en realidad---tenemos que partir de las cifras destructivas de -0.8%, -10.5%, -9.6% y -6.6% en el PIB de 1995. Si bajan los impuestos, la economía mexicana crecerá. La burocracia recaudadora no debe angustiarse, ni transpirar en exceso ante esa perspectiva, si revisan sus notas de economía básica---no del doctorado---y ven la Curva de Laffer que nos demuestra que: a mayores tasas, menor la recaudación.

México D.F., a 16 de Junio de 1996.