Cambio político y delincuencia organizada
Alvaro Marín Marín, profesor titular “B” de tiempo completo, Academia de
Administración Educativa, Dirección de Docencia, Unidad Ajusco de la
Universidad Pedagógica Nacional, teléfono 630-97-00 extensión 1282 ; telefono
domicilio 5756-7582 e-mail: amarin@correo.ajusco.upn.mx
Desde el principio del sexenio anterior, el entonces presidente propuso
el tema de la seguridad y su opuesto la aparente inseguridad que, en su propia
versión; se estaba incrementando substancialmente, como materia de debate
público.
Como en esos tiempos el primer mandatario gozaba de una preponderancia
muy grande y había muy pocos interlocutores que se atrevieran a contradecirlo,
muy pronto se puso de moda y se difundió la idea en todos los medios de
comunicación, que nuestro país era presa de una ola de violencia inusitada.
Por desgracia, las aseveraciones de las altas autoridades no se apoyaban
en ningún estudio científico que las
demostraran y tuvimos que creerlas casi por dogma de fe. Ahora la situación ha
cambiado bastante rapido y los otrora partidos de oposición son gobierno,
mientras que el entonces mayoritario ya perdió su hegemonía en muchas zonas del
país incluyendo la capital, y no puede aprobar solo ninguna ley, así como
tampoco puede afirmar que goza de la confianza ni de la credibilidad de los
ciudadanos en la mayoría de los temas públicos.
Así las cosas, la perspectiva actual es otra y ahora podemos enfocar los
problemas sociales con una visión más amplia, espíritu científico y ganas de
resolverlos, lo cual es muy importante si deseamos perdurar como nación.
Como las perspectivas tradicionales sobre la delincuencia organizada no
explican ni resuelven nada, es necesario proponer otras desechando las
antiguas; enunciaré las primeras inicialmente para luego examinar las segundas.
De manera sorprendente, ni siquiera los juristas y expertos en el tema
han logrado proponer una visión comprensiva de la criminalidad actual,
librándose al mismo tiempo de los prejuicios sociales ampliamente aceptados,
como los siguientes:
a) la corrupción es un problema moral,
b) los delincuentes son personas extrañas y marginales que no tienen
ninguna relación con la gente común y
corriente,
c) los delincuentes son gente pobre que comete actos antisociales por
hambre y falta de oportunidades,
d) la delincuencia debe frenarse con leyes más punitivas, mayores
castigos (incluyendo la pena de muerte) y una policía reforzada.
Estos enunciados parecen ser representativos de la opinión generalizada
en los medios de comunicación. Puedo afirmar sin temor a equivocarme que son
falsos o, cuando menos, inexactos, por no tomar en cuenta los cambios que ha
sufrido nuestra sociedad en los últimos tiempos en todos los órdenes:
1.- desde 1920 a la fecha México incrementó su población de 15 a 95
millones.
2.También, pasó de ser una sociedad simple, con la mayoría de su
población analfabeta, viviendo en el campo y dominada por una oligarquía
militar, a una de las economías más prósperas del mundo (nos encontramos entre
las treinta primeras); socios de Estados Unidos y Canadá mediante el Tratado de
Libre Comercio de América del Norte o TLCAN, con el 85% de la población con
seis a nueve años o más de escolaridad,
mayoritariamente urbana.
3.- tenemos en nuestras escuelas a más de veintiseis millones de
personas en todos los niveles y grados, mientras que nuestros jóvenes
universitarios son ya casi milón y medio en números redondos.
4.- Con todos sus defectos y deficiencias, nuestra sociedad es cada vez
más democrática, libre y participativa, no por graciosa concesión de las elites
del poder, sino por presiones y demandas de la mayoría de la población, que ya
no acepta que la traten como menor de edad política.
5.-Se están rompiendo de manera irreversible todos los monopolios que
antes nos tenían atados en política,
economía, comunicación, educación, cultura, religión, etc.
6.- El crecimiento de nuestra sociedad ha sido complejo y no lineal, con
contradicciones y desequilibrios evidentes.
7.- Esta complejidad evita que el proceso pueda ser controlado o
previsto en todos sus detalles.
8.- El cambio acelerado hacia una modernización capitalista sobre
estructuras premodernas en la legislación, costumbres, relaciones sociales y de
poder, genera y permite anomalías que producen
criminalidad en todos los niveles y estratos sociales, por el abandono
de un modelo y la falta de consolidación de otro que no cuenta con el consenso
de la población.
9.- La criminalidad no es ajena al sistema político y a la estructura
social como muchos piensan erróneamente, sino que es consustancial con el
modelo de desarrollo escogido por nuestras elites del poder.
Para poder avanzar en la comprensión del tema que nos ocupa, es
necesario enunciar al menos algunas definiciones:
La corrupción es un fenómeno económico y significa la transferencia
ilegal de recursos, bienes o servicios del sector público o social al privado.
La corrupción también implica expolio o
robo de propiedades sindicales, comunales, cooperativas o ejidales en beneficio
de una persona o grupo no autorizado por la Asamblea.
Incluye también a las substracciones, sobornos, chantajes o cualquier
otra forma de obtener recursos bajo presión y sin justificación legal.
Los delitos cambian a lo largo del tiempo y dependen de las costumbres;
por ejemplo, en la época de los aztecas, se castigaba con pena de muerte la
embriaguez entre las personas de menos de sesenta años, mientras que hoy sólo
se extorsiona al borracho pobre que se atreve a orinar en la calle.
También, en la época colonial se quemaba en leña verde a quien se
atreviera a pensar de manera diferente de la oficial, en la actualidad la
Constitución garantiza el derecho a creer o no creer, expresar ideas y
organizarse pacíficamente.
La definición misma de delitos en la actualidad es difícil, cambiante y
complicada: una violación se considera delito no grave y se puede salir bajo
fianza después de perpetrarla gracias a un reglamento casi centenario, posiblemente
producto de una época más machista que la nuestra. Asimismo, los delitos
financieros no están tipificados adecuadamente y sus penalidades son demasiado
ligeras para el daño que causan a la sociedad quienes los cometen, por lo que
se presenta la paradoja de encarcelar por largos períodos al pobre que se roba
cinco kilos de carne por hambre, pero quien defrauda millones de dólares y
evade al fisco puede caminar tranquilo por todo México, amparado con todos los
protocolos y requisitos de ley.
En general, todos los países civilizados y con un grado mayor de
desarrollo que el nuestro admiten tres tipos de delitos o crímenes: contra las
personas (homicidio, secuestro o violación), contra las propiedades (robo,
fraude, desfalco) y contra la salud (tráfico y consumo de enervantes).
Una primera falla de nuestro sistema legal es la falta de estadísticas
confiables, levantadas por instituciones privadas e independientes sobre la
delincuencia.
En realidad no podemos saber si los índices delictivos aumentaron,
bajaron o permanecen estables; tampoco tenemos estadísticas históricas, y
carecemos de datos locales, regionales y nacionales que clasifiquen a los
delitos y a los delincuentes de manera homogénea, clara, científica y no
sesgada. La experiencia nos demuestra que en México, la estadística no es una
ciencia exacta relacionada con las matemáticas, sino una ciencia oculta
dependiente de la política que proporciona datos manipulables por el que los controla. Así, Camacho Solís impuso
el programa Hoy no circula con base en una encuesta que nadie vio y a la que
nadie tuvo acceso, el ex presidente Salinas manipuló los datos censales para
repartir los presupuestos a su antojo, y los funcionarios menores hacen que las
encuentas cuadren de cualquier modo
para demostrar lo que les interesa.
A los delincuentes se les
clasifica de diversas maneras y ese es otro problema: juveniles o adultos;
peligrosos o no peligrosos sin definir convenientemente los alcances de estas
definiciones, ya que el Código Penal obsoleto y anacrónico considera peligroso
a un asaltante que se lleva diez mil pesos de un banco a punta de pistola,
mientras que los banqueros que defraudan millones con maniobras técnicas y
relaciones políticas de alto nivel no entran en esa clasificación, aunque
pueden dañar más a la sociedad e incluso lo logran.
Haciendo este tipo de comparaciones, es risible lo que se roban los
asaltabancos en un año, con relación a lo que se metió en el costal del
FOBAPROA para proteger a unos cuantos desde las alturas del poder.
Es importante también, considerar al delito como una actividad económica
altamente productiva, y separar a los delincuentes por su clase social y la
cuota de poder que ostentan, porque no es lo mismo un pobre muchacho que
arranca monederos en los mercados para comprar droga o medio comer, que la
familia imperial del Grupo Anáhuac lavando dinero para los capos del
narcotráfico.
Desde este punto de vista, el crimen y los criminales no son ajenos a
nuestra sociedad, sino que están incrustados en todos los niveles y grupos
sociales y realizan actividades ilícitas porque son más rentables que las
legales. Puede parecer cínica esta afirmación pero, en una sociedad en donde el
dinero es el único punto de referencia legítimo de muchas personas, parecerá
lógico tratar de “progresar” a cualquier precio. Así lo demostró Arizmendi el
secuestrador, que escribió en su solicitud de empleo, cuando entró de agente de
la policía judicial de Morelos: su mayor deseo era “progresar”. De este modo,
la criminalidad se ha convertido en una escala y vía paralela de movilidad
social, abierta a todos aquellos con mentalidad empresarial: audaces,
emprendedores, imaginativos, poco escrupulosos y dispuestos a todo con tal de
conseguir mejorar su ubicación en la sociedad. Veamos los distintos niveles
sociales de criminalidad.
La criminalidad oligárquica, crímenes y criminales de primer nivel
El caso Colosio:
El ejemplo más claro aunque támbién más dramático de la falta de respeto
por las antiguas reglas sociales y políticas, así como de carencia de otras
nuevas, es el asesinato del señor Colosio, candidato del partido oficial a la
presidencia de la República, llevado a cabo por alguien que superó las barreras
de miles de soldados del Estado mayor Presidencial, de cientos de policías
federales, de decenas de policías estatales, de numerosos “cuerpos de
seguridad” partidistas, de guarda espaldas privados y personales tanto del
candidato como de su familia.
La hipótesis del asesino solitario sólo puede ser creída por los
interesados en fingir que no pasó nada grave, cuando en realidad, con este
crimen se marcó el fin de un régimen y
la transición dolorosa a un México nuevo que no acaba de nacer.
El 23 de marzo de 1998 el Dallas Morning News en su primera plana expone: "Asesino solitario o
conspiración? Preguntan los mexicanos. El asesinato del candidato en 1994
todavía genera debate".
Agustín Gutiérrez Canet agrega: Las encuestas revelan que el 90% de los
mexicanos cree que fue una conspiración. Según lo anterior, los encuestados
opinan que los autores intelectuales
del asesinato podrían ser Carlos Salinas, miembros de su gobierno o políticos
de línea dura del PRI. Incluye una entrevista con el periodista Jesús
Blancornelas, quien dijo que el Presidente Zedillo debe resolver el caso antes
de que termine su gobierno (El Universal, primera sección p. 6, martes 7 de
abril de 1998).
El caso Raúl Salinas:
Patricia Zugayde escribió: “la fiscalía especial investiga a Raúl
Salinas de Gortari y la existencia de una cinta que presuntamente contiene una
grabación sobre la planeación del magnicidio y la participación de ex agentes
federales (El Universal, viernes 20 de marzo de 1998, 1À página).
Siguiendo la trayectoria del más famoso de los Salinas, debemos recordar
sus multimillonarias cuentas en dólares, detalladas hasta los últimos centavos
por la prensa nacional e internacional. La edición de El Universal mencionada
arriba en su página 20 de la primera sección, enumera al menos ocho bancos
suizos con números de cuenta, saldos y nombres ficticios del señor ingeniero
Raúl Salinas, quien incrementó grandemente sus riquezas durante el tiempo que
permaneció como funcionario público de segundo nivel en el Gobierno mexicano.
Nadie sabe aún como hizo el hermano del ex presidente para incrementar de
manera tan substancial su patrimonio, adquirir numerosos bienes, gastar
cantidades estratosfericas en una vida de abundancia y aún poder guardar en
diversas instituciones suizas alrededor
de ochenta y cuatro millones de dólares en previsión de un futuro menos
favorable, con un sueldo de funcionario de nivel medio.
Las aventuras financieras de Raúl Salinas con todo y ser sorprendentes, no
terminan aquí, pues muchos periodistas lo relacionan en una jerarquía donde él
ocupaba el papel de jefe o director de operaciones de delincuentes de menor
rango que se encontraban a sus órdenes, como fue el caso de Amado Carrillo, el
famoso señor de los Cielos, narcotraficante que ingresó a la historia de la
delincuencia internacional por sus claras dotes empresariales tales como su
inventiva, capacidad de organización e iniciativa, destacando sobremanera su
decisión de usar una nutrida flota aérea para transportar y repartir en
Norteamérica sus enervantes, protegido por la poderosa sombra de "Don
Raúl", quien también vendía leche radioactiva y frijoles en mal estado a
los pobres, mediante la CONASUPO que tan mal dirigió y llevó a la ruina en contra
de los intereses del pueblo de México (El Universal, viernes 20 de marzo de
1998, p. 21 1ª. Sección)
En su momento, se relacionó
también a Raúl Salinas con el desaparecido diputado que organizó el asesinato
de Ruiz Massieu, posiblemente a causa de un choque de intereses que no pudo
arreglarse bajo las antiguas normas.
b) El nivel social va hacia abajo pero la peligrosidad de los
delincuentes no disminuye
Los diarios Reforma y El Universal entre otros, publicitaron a mediados
de marzo de 1998, una operación financiera de compra de acciones del grupo
Anáhuac por ochenta y dos millones de pesos, por desgracia para los
prestanombres, se descubrió que el
dueño del dinero era el connotado narcotraficante Amado Carrillo Fuentes, quien
incorporó su capital al del Grupo Financiero Anáhuac con la ayuda y asesoría de
Federico Madrid Cordero, por casualidad hijo del ex presidente Miguel de la
Madrid Hurtado y eventualmente Vicepresidente del Area de Promoción de Negocios
del grupo; también resultó implicado Jorge Hurtado Horcasitas, presidente del
Consejo de Administración del GFA y, por mera coincidencia, primo de Federico y
sobrino del expresidente, además de
José Luis Olivares Corona, un simple empleado de primer nivel en el que es
posible que recaerá toda la responsabilidad como se acostumbra en estos casos
en México, para exonerar a los que si pueden salvarse por su dinero y amistades
(Reforma, lunes 16 de marzo de 1998, 1ª. Página)
Cuatro días después, en la primera plana de El Universal se menciona que
el peculiar líder que tienen que soportar los obreros cetemistas por herencia
del anterior, Leonardo Rodríguez Alcaine participó en el lavado de dinero
del Cártel de Ciudad Juárez, con la
complicidad de un subordinado que ganaba diez mil pesos al mes pero que estaba autorizado
a hacer inversiones multimillonarias allegándose recursos de un extraño fondo
de vivienda del SUTERM, lo que sorprendió mucho a la gente que pensaba que
Carlos Salinas había acabado con la corrupción en los sindicatos al encarcelar
a don Joaquín Hernández Galicia y
destituir al profesor Carlos Jongitud Barrios durante su mandato.
Como se supo por los diarios, el representante de Amado Carrillo Fuentes
era Jorge Fernando Bastida Gallardo, subordinado de Rodríguez Alcaine en el
Sindicato de Electricistas desde hace más de treinta años. Desde un punto de
vista desprejuiciado, Bastida Gallardo es un empresario muy moderno, ya que es
accionista mayoritario de once empresas y consejero de dos uniones de
trabajadores en Nuevo Laredo; en su currículum cuenta con una licenciatura en
Administración de Negocios en Vancouver, Canadá y un Posgrado en Administración de negocios en Brasilia. Como
vemos, tiene la mentalidad de hacer dinero a toda costa, pues se educó en excelentes
escuelas de primer nivel del mundo capitalista, por lo que seguramente el
verdadero conflicto surge cuando una sociedad mentalmente subdesarrollada ve
con malos ojos sus actividades empresariales. Lo que para muchos mexicanos son
actividades ilícitas, posiblemente para los teóricos del comportamiento
organizacional capitalista sea un modelo a seguir que se comentará en los
libros de texto del siglo venidero.
A decir del diario El Universal, Bastida Gallardo era representante y
suegro de Vicente Carrillo hizo negocios directamente con Jorge Hurtado
(sobrino del ex presidente), mientras su primo Enrique de la Madrid (hijo del ex presidente) quien
fungía como Coordinador Técnico de la Presidencia de la Comisión Nacional
Bancaria y de Valores, les cuidaba las espaldas entorpeciendo las investigaciones,
eso es un verdadero trabajo de equipo. Ahora Rodríguez Alcaine afirma que
ignoraba todas las operaciones realizadas por su subordinado, será verdad?
La elite del poder parece no estar tan dividida como parece a la gente
sencilla: el empleado de Rodríguez Alcaine, Bastida Gallardo intentó recuperar
el valor de sus inversiones cuando el Grupo Financiero Anáhuac fue intervenido
por las nuevas autoridades de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores en
noviembre de 1996, por lo que contrató como abogado al ex candidato
presidencial panista licenciado Diego Fernández de Ceballos, (El Universal,
viernes 20 de marzo de 1998, página uno,1ª. Sección). El prominente político
“de oposición”, quien nunca ha negado su amistad y contacto permanente con el expresidente Carlos Salinas de Gortari, además de que ha sido mencionado como abogado de
personas e instituciones ligadas al narcotráfico; como fue el caso de la defensa que hizo del Hospital
donde ¿Murió? el narcotraficante que
deseaba hacerse una simple liposucción y perdió la vida en el intento, cobró
cuatro millones de pesos en dos cheques y El Universal afirma poseer copia de uno de ellos (viernes 20 de mayo de
1998, 1ª. Página).
El único problema al parecer se deriva de que ambos cheques fueron tomados
de una cuenta del Fondo Inmobiliario México, una empresa que se encargaba de
invertir los ahorros de cientos de obreros y empleados del Sindicato de
Electricistas y que sirvió de parapeto
para blanquear millones de pesos aportados por Juan Zepeda Méndez entre otros,
Arquitecto por la Universidad La Salle, quien había sido Secretario Técnico del
Desarrollo Punta Diamante [otra inversión exitosa de don Diego], promotor de
los programas de desarrollo del Banco Mundial y persona de confianza del
difunto José Francisco Ruiz Massieu (El
Universal, viernes 20 de marzo de 1998, 1ª. sección, p. 2).
Antes que El Universal, la revista Público de Guadalajara, Jalisco había
dado a conocer la participación de este prominente político y abogado salinista
en tales negocios fronterizos (entre lo legal y lo ilegal), porque quien
defiende prestanombres y narcotraficantes no puede argumentar inocencia o
desconocimiento de causa.
Además de las personas que se han mencionado aquí y cuyos nombres pueden
leerse en letras de diferentes tamaños en casi todos los diarios del país, la
Procuraduría General de la República ha
girado órdenes de aprehensión contra Juan Manuel Zepeda Méndez, Manuel Bitar
Tafich, Carlos Colín Padilla, Jorge Bastida Gallardo y esposa y al menos otras
cinco personas de segundo nivel.
Como puede observarse por la lista de personas y actividades enumeradas
aquí, no es descabellado afirmar que los así llamados delincuentes perseguidos
por la justicia mexicana pueden ser considerados empresarios muy exitosos en
otras culturas. Su principal delito fue poner en práctica en un país
subdesarrollado la máxima capitalista del enriquecimiento a costa de lo que
sea, de este modo, usaron puesto públicos para beneficio privado,
comercializaron productos de desecho a precios inflados, desviaron fondos de
los trabajadores y usaron las cuentas a las que tenían acceso para
“blanquear” dinero producto del
narcotráfico, actividad por el momento ilegal pero altamente productiva, pues
un gramo de coca vale diez veces más que un gramo de oro.
Quisieron diversificarse y expandir sus actividades a otros países de
Norteamérica, centro y sur América, así
como al occidente europeo. ¿Qué recibieron a cambio de crear miles de empleos
muy bien pagados (recordemos los cuatro millones del abogado Fernández de Ceballos) en diversas partes del mundo?
Persecución, desprestigio, cárcel, etcétera...
¿No será más fácil acaso cambiar todas las leyes para que personas tan
emprendedoras tengan un lugar decoroso en la sociedad? ¿Es tiempo ya de cambiar
nuestra visión católica enemiga de los ricos, culpabilizadora de los exitosos y
crítica de los emprendedores?
¿Tendremos acaso que modificar todo nuestro sistema de valores para
reconocer las nuevas realidades impuestas por la globalización del capitalismo?
Porque también a mucha gente de clase media y baja le será muy difícil aceptar y les sonará
extraño saber que los delincuentes con mayor éxito y mejores ganancias viven en
fastuosas mansiones de las zonas residenciales más exclusivas de todo México, y
no en la polvorienta Ciudad Neza.
La criminalidad de las clases altas
Si en primer término observamos
las conductas criminales de la elite de la sociedad, pues nos referimos nada
menos que al desempeño de las familias presidenciales, sus amigos,
subordinados, asociados y empleados con mucha cultura, educación y talento,
¿que podemos esperar de las clases altas asociadas con ellos, quienes además se
identifican con la gente de primer nivel y la toman como ejemplo? Recordemos
que nada es más exitoso que el éxito y que quien observa que su vecino se
compró un coche último modelo, comienza a deprimirse al notar las deficiencias
del propio.
Nos toca ejemplificar este parágrafo con los métodos de enriquecimiento
de los gobernadores más ilustres: el de Morelos que favoreció la industria del
secuestro; el antiguo gobernador de Guanajuato cuyo sobrino se robó más de dos
mil autos; el ex gobernador de Jalisco quien ahora desde Almoloya se dice
estafado por un narcotraficante con el que anduvo paseando por Europa y
Norteamérica; el de Campeche quien favoreció la industria del espionaje
interno; el banquero Jorge Lankenau, pariente del gobernador de Nuevo León;
Angel Isidoro Rodríguez alias el divino; el banquero favorito de Carlos Salinas
de Gortari, Carlos Cabal Peniche.
En otros tiempos hubiera sido un desacato pensar siquiera que personas
de tan alto nivel político, social y económico pudieran estar inmiscuidas en
actividades ilegales, sin embargo por poner un ejemplo: al poco tiempo de la
renuncia del ex gobernador de Morelos Carrillo Olea, se descubrió que uno de
sus jefes policíacos andaba tirando cadáveres de gente secuestrada por las
carreteras y brechas de su Estado, siguiendo instrucciones del procurador y con
la colaboración abierta de policías, agentes del Ministerio Público, jueces y
otros funcionarios. La prensa nacional publicó recientemente que José Manuel
González Velázquez, hermano del nuevo
oficial mayor del gobierno de Morelos (recordemos que un priísta substituyó a
otro) estaba asociado con la famosa banda de los Arizmendi López, un empresario
que inició su carrera como simple ratero, subió luego a asaltante a mano armada, alcanzó un rango mayor al
diversificarse en el robo de autos, y terminó? Como secuestrador de destacados
capitalistas pertenecientes a la comunidad española de la capital del país.
Arizmendi al igual que muchos narcotraficantes parece ser el ejemplo
claro de hombre de origen social muy bajo (campesino miserable) que escuchó el
consejo del diablo: "Cuando tengas una cosa muy buena, organízala".
Los secuestradores de gente multimillonaria y los narcotraficantes de grandes
recursos tienen talento empresarial, iniciativa, ambición, y deseos de salir
adelante pero, una sociedad tan estratificada como la nuestra, no puede
ofrecerles nada legal; en conclusión, se van a los márgenes de la sociedad y se
convierten en depredadores al servicio de las clases altas. Arizmendi es un
producto cien por ciento de nuestra sociedad: ¿atacaba españoles sólo por
coincidencia? ¿ o se siente el indio vengador reencarnado, que de paso
aprovecha para salir adelante con un negocio a sus ojos políticamente correcto?
Tan sirven al poder los delincuentes (en este caso los secuestradores), que los
que prendieron a Harp no fueron perseguidos por órdenes expresas de Salinas,
como lo comentó la prensa en su momento. (Salinas ordenó a Farell no detener
a los secuestradores de Harp Helú, El Financiero, lunes 17 de julio de
1995, Sociedad, p. 44) Los recientes éxitos gubernamentales en el combate a los
secuestros demuestran que basta tener voluntad política para comenzar a
desenmarañar esta madeja de intereses tan complejos.
La delincuencia de las clases medias
Cuando el delincuente de la clase media actúa en equipo, casi siempre lo
hace al servicio de las clases altas para realizar negocios interesantes con
mutuos beneficios; así podemos citar los casos de Justo Ceja, un simple
burócrata que ganaba veinte mil pesos mensuales pero al que se le han
descubierto propiedades multimillonarias; el mismo caso sería el de los hombres
de paja de Raúl Salinas. Por lo general actúan de intermediarios para
apropiarse de bienes públicos, lavar dinero o servir de prestanombres.
Cuando la persona de clase media trabaja sola sus alcances son más
limitados porque no tiene los suficientes recursos, carece del suficiente poder
y desconoce a la gente que pudiera aumentar su tasa de ganancia.
En los años setenta, los asaltabancos eran de clase media, ahora se
dedican a este pequeño negocio las clases bajas, porque ya ni en los bancos hay
dinero y el prestigio de esta opción empresarial ha disminuído mucho.
Ultimamente se ha comentado el caso de Lourdes Madrazo Cuéllar, Lamberto
Animas Ochoa y Mika Endo Suzuki quienes ha sido acusados de falsificar
documentación causando un desfalco de menos de trescientos mil pesos a la
persona afectada, cantidad irrisoria si la comparamos con los millones que
manejan las clases dominantes de nuestra sociedad. De ese tamaño son los
negocios ilícitos de la clase media: prácticamente insignificantes.(El
Universal, 1ª. Sección, jueves 11 de junio de 1998, p. 20)
A la clase media pertenecen también las bandas de robacoches, los que
asaltan farmacias o transportes de medicamentos, los que se apoderan de
cargamentos de aparatos eléctricos, electrónicos, alimentos, telas y juguetes,
y los que lucran con la prostitución femenina y masculina.
Cada banda está especializada, tienen sus canales de comercialización en
los mercados informales y en el formal, tienen el apoyo de policías judiciales
y mandos medios gubernamentales; son totalmente institucionales. Cada jefe de
banda tiene un amigo o pariente en la policía que le indica a quien asaltar, cómo hacerlo y cuándo huir.
No es raro que las bandas tengan aparatos de radiocomunicación que
captan la onda radial de los policías, por lo que pueden cometer sus atracos y
huir a tiempo. Entre los conductores, choferes o traileros hay una consigna:
nadie se defiende porque el seguro paga.En la prostitución cada chippendele
tiene un amante o “amigo” judicial que
cobra en dinero y en especie los favores y la protección otorgada; esta
actividad no es ilegal, tampoco legal: es fronteriza, pero está altamente
monopolizada por funcionarios delegacionales civiles y policíacos.
El caso de los comerciantes de vía pública o tianguistas es un ejemplo
bastante notable de lo bien que funcionaba la maquinaria económica bajo la
protección política priísta. La madrugada del lunes 15 de junio de 1998, las
autoridades del gobierno del Distrito Federal realizaron un desalojo de
comerciantes ilegales en donde se localizaron tres toneladas de cohetes y
pólvora.
Al día siguiente, diez mil tianguistas afiliados al PRI marcharon por las calles de la ciudad de
México exigiendo la derogación de un reglamento aprobado en 1993 por los
líderes que ahora los encabezan.
El martes 16 de junio de 1998, en el programa de radio conducido por
Manuel Mejido en el 760 de AM, Mario Luis Altúzar Suárez comentó que las
huestes de comerciantes callejeros priístas, dirigidas en apariencia por
Guillermina Rico pero comandadas desde arriba por Jorge Schiaffino líder de la
CNOP priísta, y Manuel Aguilera Gómez otro destacado miembro del PRI, antiguo
asambleísta, ex Regente de la Ciudad de México, actual diputado a la Asamblea
Legislativa; eran quienes se encargaban de comercializar las mercancías robadas
cada mes a 1500 traileres, asaltados en los alrededores de la capital del país.
También se dijo allí que los líderes de los vendedores lucran con la
miseria de sus afiliados y les venden protección al más puro estilo mafioso,
exigiéndoles veinte pesos diarios de “cuota voluntaria”.
En el mismo sentido se pronunció la Cámara Nacional de Comercio de la
Ciudad de México, en un desplegado que a la letra dice: “El ambulantaje,
clientela priísta de hace tiempo, ha adquirido una característica muy
particular en los últimos años, lo que lo hace particularmente relevante en el
análisis del círculo de impunidad que existe en el país. En tiempos
recientes los ambulantes, o al menos una buena parte de ellos, parecen haber
dejado de ser parte de un mecanismo orientado a la subsistencia o a dar salida
a las capacidades empresariales de un amplio segmento de la sociedad, para
convertirse en el departamento de distribución y venta de la delincuencia. En
la medida en que esto se ha venido generalizando, el apoyo del PRI entraña una
nueva faceta en la vida de ese partido.” (El Universal, miércoles 23 de
septiembre de 1998, Nuestra Ciudad, El círculo vicioso de la impunidad,
p. 3). El diputado panista Arne Sidney señaló en la prensa que se vende
mercancía robada en tianguis y mercados (Excélsior, segunda parte sección A,
domingo 10 de octubre de 1999).
Como puede observarse, el negocio es redondo: Aguilera y Schiaffino como
asambleístas aprobaron un reglamento muy limitante y restrictivo hace cinco
años; durante todo este tiempo han cobrado cuotas para proteger la venta ilegal
de mercancías robadas, porque sesenta mil toneladas de mercancía al año no pueden
esconderse en un rincón, ¿o sí? También, han utilizado a los pobres vendedores
como carne de manifestación y, ahora que un gobernante de un partido diferente
al suyo propio desea imponer orden y aplicar las leyes que ellos mismos
aprobaron, explotando a miles de personas en su propio beneficio, con una doble
moral y usando un doble discurso, encabezan marchas de protesta y exigen
retroceder al primer gobierno electo del Distrito Federal.
Gobierno por cierto que también ha puesto al descubierto mediante su
delegado en Gustavo A. Madero Jesús Zambrano, la protección priísta a los
famosos y también impunes hasta hace poco “porros, que asaltaban y violaban a cuanto joven y muchachita asistía a
las instituciones educativas del Distrito Federal, como una brutal manera de
control político sobre tan importante sector de la población: “Por su parte, el
Director de la Coordinación de Delegaciones Políticas en el D.F. René Torres
Bejarano, dijo que el gobierno de la ciudad no apoyará a grupos porriles, ni
con recursos, ni plazas o becas que anteriormente los pseudoestudiantes
conseguían”, (Reforma, Ciudad y Metrópoli, “Prometen aplicar mano dura a
porros”, Alberto Martinez, viernes 13 de noviembre de 1998, p. 6B).
El procedimiento mafioso comienza a ya no funcionar desde el momento en
que el antiguo partido perdió el poder en la ciudad: las concesiones, la
supervisión, los apoyos mutuos son imposibles y el PRI en la capital del país
no puede garantizar impunidad a nadie como se hacía en otros tiempos.
la delincuencia de las clases bajas
En este tipo de delincuencia es donde hay los mayores riesgos y las
menores ganancias; normalmente la ejercen bandas de hombres jóvenes de las
clases más bajas de la sociedad con diversos motivos y objetivos: el más
evidente es el rencor de clase contra la gente que tiene un poco más; y frente
a un miserable cualquiera tiene más.
También esta el aspecto del machismo: el que se sube a un micro con una
pistola de juguete, un picahielo o un cuchillo y se baja dos calles más adelante con mil o dos mil pesos es un héroe
entre su banda o grupo de amigos; invita las chelas, la mota o el activo; a
veces le alcanza para unas cuantas grapas de cocaína.
El equivalente al premio Nobel en este tipo de delincuentes es salir en
algún programa de televisión del tipo de Duro y Directo; quien aparece en un
corto, aunque sea por algunos segundos ya la hizo, no es un cualquiera, salió
en la tele y es posible que hasta llegue a la grande con un poco de esfuerzo
podrá visitar Disneylandia (el reclusorio o
el Palacio de Almoloya) donde conocerá a los jefes y regresará algún día
a su barrio a presumir que se codeó con ellos y lo trataron de igual a igual:
imagínate, hizo un trabajo para "Don Raúl".
Conclusiones y recomendaciones:
1.- El delito no es algo ajeno a la sociedad ni proviene de fuera.
2.- El delincuente no es sólo el miserable que roba por hambre, ésta es
sólo la parte visible del espectro delictivo.
3.- Los delincuentes más peligrosos pertenecen a las clases más altas de
la población y su peligrosidad radica en el daño social que pueden causar, no
en su aspecto que es más bien engañoso. Así, cuando vemos en la calle a un
pobre mugroso y desarrapado, nos causa temor, mientras que los banqueros
prófugos, encarcelados o en proceso parecen gente finísima y
honorabilísima y sin embargo generaron
los quebrantos por miles de millones de pesos que desea tapar el Fobaproa.
4.- Lo mismo podemos decir de los gobernadores delincuentes. Como solía
expresar mi abuela al saber alguna noticia insólita: “quién lo hubiera
pensado”, o “lástima de ropita”.
5.- No podemos decir que la delincuencia haya aumentado, no hay cifras.
Desde mi punto de vista es más correcto decir que disminuyó. La gente corrupta
del antiguo régimen ha sido desplazada por nuevos grupos y equipos políticos y
tiene menos posibilidades de lucrar porque ya no ocupan los puestos del
gobierno capitalino.
6.- Se afirma sin demostrar que la delincuencia aumentó en los últimos
ocho o nueve años por dos razones: porque Salinas la convirtió en el tema de
moda, posiblemente para distraer al pueblo; mientras vendía al país estabamos
preocupados porque no nos arrebataran la cartera. Salinas nos empobreció y nos
embaucó.
Otra razón es que la sociedad ha cambiado y hasta la delincuencia se
democratizó. Todavía en mis tiempos infantiles y juveniles me decían: no vayas
a Tepito porque te asaltan; no te metas a la Morelos porque te quitan el coche;
no te emborraches demasiado en Garibaldi porque los mariachis o los meseros te
bolsean y te tiran a la calle.
Ahora la delincuencia salió de sus cotos naturales, “perdió el respeto”
y se extendió democráticamente por todas las zonas residenciales de la capital
y del país. Antes, la delincuencia en pequeña escala y la violencia homicida eran cosa de pobres. Ahora es problema de
todos.
Los delincuentes que viven en Chalco “bajan a asaltar” a Neza; los de
Neza hacen lo mismo con los de la Vicente Guerrero; éstos “trabajan” en la
Agrícola Oriental; los de Iztacalco viajan en combi para asaltar en el centro;
las bandas de Iztapalapa son más
atrevidas y se van a secuestrar sacerdotes jesuítas y niñas judías a Polanco y
las Lomas; los delincuentes de cuello blanco que viven en estas zonas maquinan
fraudes y crisis financieras que afectan a la nación entera.
Posiblemente, un pobre miserable de la Morelos asaltó y mató al señor
Ortiz Martínez, hermano de uno de los hombres más poderosos del México actual
para quitarle su Rolex; también, unos desarrapados del Estado de Morelos fueron
presentados por la policía como presuntos secuestradores de las hijas del
impopular Ortiz; esto se debe a que las
clases bajas ya no respetan a los adinerados; ya no están conformes con su
suerte ni aceptan el sitio social que han tenido a bien asignarles las elites,
seguramente porque la oligarquía sólo se acuerda de los pobres para
explotarlos, para pedirles sus votos y usarlos como carne de manifestación a
favor del PRI.
7.- No es cierto que vivamos ahora menos seguros; al contrario, nuestra
vida ha mejorado y aumentado nuestra seguridad en los últimos treinta años; los
mexicanos ya tenemos un alto promedio de vida cercano a los promedios europeos
y japoneses (72 años para los hombres y 76 para las mujeres). Nuestros niños
son cada vez más altos y fornidos.
8.- Si es verdad que vivimos con la inseguridad y la delincuencia más
presentes en nuestras vidas: las empresas de comunicación se encargan de
recordarnos todos los asesinatos, estupros, desfalcos, asaltos a bancos y demás
crímenes todos los días; lo hacen porque el morbo siempre ha generado
ganancias, pero lo hacen de manera sesgada porque les resultaría políticamente
inconveniente resaltar los logros de los partidos emergentes y los fracasos de
los priístas; recordemos que el “mochaorejas” se refugiaba en Morelos ( un
Estado gobernado por un príista) y fue rastreado en Querétaro (un Estado
panista), siendo aprehendido en los límites del Distrito Federal (con un
gobernante perredista de un lado de la frontera y un panista del otro).
Ahora, la telenovela se ha hecho realidad: “los ricos también lloran”;
los ricos pueden ser y son secuestrados, asaltados y asesinados; algo
que los pobres han sufrido desde hace muchos años, causa ahora conmoción porque
se está afectando a las clases más altas de la sociedad.
Por décadas policías corruptos de Naucalpan –antes priísta- asaltaban,
secuestraban y hasta asesinaban a obreros y jornaleros para quitarles sus
sobres de nómina cada sábado, sin que ninguna autoridad pusiera remedio a tan
graves problemas denunciados cotidianamente; sin embargo, cuando se secuestra y
asesina a un junior del centro del
país, se pretende que todos llevemos moños blancos en la solapa, cuando
deberíamos reflexionar sobre esta violencia y tipificarla como una demostración
de que entre las clases bajas también hay iniciativa empresarial y ganas de
hacer negocios pero, si los caminos legales están obturados o no existen, para eso se hizo la ilegalidad, el mercado
negro, obscuro o gris.
9.- La violencia homicida ya alcanzó a las clases rectoras de la
sociedad por varios motivos:
el principal es que se fragmentó la elite del poder en dos o tres grupos
que cada vez tienen menos que repartirse y, por tanto, no están dispuestos a
acatar las antiguas reglas del juego del poder. Lo que el jefe máximo arreglaba
con su sola fuerza moral, ahora pretende arreglarse a balazos por la espalda.
¿Quién asesinó a Colosio, a Ruiz Massieu, al director del Transporte en
el D.D.F. bajo el último regente; al juez que llevaba una vida modesta y no se
dejó corromper? El agonizante sistema político que no termina de morir para
bien y tranquilidad de todos. El mismo sistema que permite gobernadores
secuestradores, espías, socios de narcos, robacoches, etcétera.
Las propuestas para luchar contra la delincuencia y mejorar la seguridad
pública son simples de enunciar pero difíciles de llevar a la práctica:
Separar a los delincuentes del gobierno;
acabar con la impunidad a todos los niveles sociales;
actualizar las leyes y mejorar el sistema de impartición de justicia;
separar física y socialmente a los delincuentes de la policía; muchos
policías se vuelven delincuentes y viceversa. La mayoría de los asaltantes y
secuestradores exitosos tienen vínculos muy estrechos con la policía, conocen
sus claves, sus métodos de organización y trabajo, sus limitaciones físicas y
presupuestales; tienen radios que captan las transmisiones de la policía.
Los mejores policías del futuro
serán hombres y mujeres de clase media alta y pequeña burguesía; no
tendrían piedad de los delincuentes de clases bajas y desconfiarían de las
clases más elevadas.
Democratizar la vida nacional para permitir la rotación de las elites,
el control de la sociedad sobre sus autoridades y la comunicación horizontal de
los ciudadanos.
Cuando la antigua clase en el poder,
acostumbrada a la corrupción como forma de vida haya sido desplazada,
cuando exista una democracia completa y confiable, cuando la impunidad sea cosa
del pasado, entonces existirá el Estado de Normalidad Democrática que esperamos
ver muy pronto.
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