Day y Mun~oz
La Jornada, 12 de mayo de 1995 Resolver lo econ'omico y lo pol'itico para arribar al siglo XXI con m'as seguridad Anthony Day y Sergio Mu~noz/ I =A4 Octavio Paz ha hecho m'as que cualquiera en el siglo XX para definir al pueblo de M'exico. Ha delineado sus rasgos a lo largo de m'as de 50 a~nos de poes'ia. Ha celebrado a Rufino Tamayo y sus dem'as pintores modernos, e iluminado los rincones largos y oscuros del M'exico colonial. Y en el ensayo del tama~no de un libro, El laberinto de la soledad, cre'o la piedra de toque mediante la cual tanto mexicanos como extranjeros valoran al M'exico moderno. A finales del invierno, poco antes del cumplea~nos 81 de Paz, nos trasladamos a la Ciudad de M'exico para charlar con 'el. Quer'iamos ver el M'exico confuso a trav'es de sus ojos. Y quer'iamos saber c'omo estaba. Sab'iamos que hab'ia sufrido problemas cardiacos que lo obligaron a una operaci'on by-pass cu'adruple o qu'intuple (s'olo su doctor y su esposa saben cu'antos) en Houston. (El alto costo del cuidado m'edico en Estados Unidos ``casi me arruin'o", dice Paz). Cuando uno de nosotros lo vimos casi un a~no antes, se ve'ia cansado a causa de sus problemas cardiacos, y algunos mexicanos nos hab'ian dicho que ahora se ve'ia todav'ia peor, una condici'on dif'icil de imaginar en un escritor tan lleno de pasi'on y fuerza durante tantos a~nos. Lo encontramos en su condominio de tres niveles en un edificio tranquilo de la d'ecada de los cincuenta a un lado del ruidoso y grandioso Paseo de la Reforma. Su esposa por 31 a~nos, Marie-Jos'e, nos recibi'o en la puerta. Nos condujo abajo por una escalera y hacia una sala decorada con esculturas de la India y africanas, a trav'es de un patio frondoso y abierto al cielo, y en direcci'on de la biblioteca amplia y llena de libros que ella misma mand'o construir para su marido. Fue con alivio y placer que encontramos al hombre c'alido, sonriente y de ojos resplandecientes que ambos record'abamos de a~nos anteriores -un poco encorvado, s'i, pero no menos alerta, no menos interesado en hablar de historia y pol'itica, amor y erotismo y (sus dos grandes temas): la poes'ia y M'exico. Eran las seis de la tarde; Marie-Jos'e hab'ia colocado sobre la mesa del centro una botella de Oporto, algo de whiskey, peque~nos emparedados y galletas. Se retir'o para dejarnos hablar. Tanto en M'exico, como en Latinoam'erica y Espa~na, un escritor goza de una posici'on como comentarista p'ublico, inconcebible en la vida moderna de Estados Unidos. All'i, un hombre de letras -y Paz, con todos sus intereses, es evidentemente eso- es tambi'en un hombre de asuntos p'ublicos. Le preguntamos por M'exico, la reciente conmoci'on pol'itica, la crisis financiera. El peso que hab'ia estado desliz'andose diariamente. ``La pol'itica es un arte, no es una ciencia... la historia est'a sujeta al accidente'', dijo Paz, al modo de un aviso oblicuo, con una cr'itica suave a los j'ovenes tecn'ocratas gobernando M'exico y a los forasteros inversionistas -ambos grupos empe~nados en arrancarlo de sus capas hist'oricas y moldearlo en un estado capitalista moderno y eficiente. ``Estamos pasando por un periodo muy dif'icil, pero no es el m'as peligroso, como algunos periodistas han dicho''. Lo suficientemente viejo para recordar una ni~nez en el exilio debido a las actividades revolucionarias de su padre, Paz echa muy atr'as su mirada, remont'andose d'ecadas, incluso siglos. ``El proceso de gestaci'on ha sido largo y complicado, con conexiones entre problemas pol'iticos y problemas econ'omicos. A corto plazo, la situaci'on se ve mal. Si no resolvemos el problema financiero, entonces se puede convertir en una gran crisis econ'omica que podr'a crear inestabilidad social. Pienso que si podemos resolver parte del problema econ'omico y parte del problema pol'itico, podemos llegar al siglo XXI con mayor seguridad''. Paz habl'o de las complejidades de la historia de M'exico con el fin de iluminar las dificultades de modernizar su pa'is. Aunque su cara fuerte y bien parecida se ha suavizado con el tiempo, su voz y actitudes reflejaron pasi'on al hablar de su pa'is. ``M'exico tuvo una civilizaci'on antes de la llegada de los espa~noles. Los ind'igenas mexicanos fueron constructores de grandes ciudades; tuvieron religiones y una moral muy complejas. Ese mundo fue destruido en aquel gran encuentro entre dos civilizaciones, y la civilizaci'on occidental destruy'o la civilizaci'on ind'igena. Pero hay muchos recuerdos, muchos elementos sobrevivientes -desde la cocina hasta el idioma y las ideas acerca de la familia. Estos elementos han sido muy persistentes, y tenemos algunos grupos que no han sido totalmente incorporados al M'exico moderno, como es el caso de Chiapas''. El que los norteamericanos no entiendan a M'exico s'olo complica la situaci'on, dice Paz. ``Este nuevo ataque a M'exico coincide con los triunfos electorales de los grupos populares de derecha. Este nuevo grupo est'a reviviendo el viejo nacionalismo norteamericano que es racista y aislacionista y muy peligroso. Es peligroso no s'olo para M'exico, sino para el mundo entero y para Estados Unidos. Los norteamericanos no deber'ian enojarse tanto con M'exico, porque estamos condenados a vivir lado a lado''. La tarea por adelante no es f'acil, dijo, porque nada garantiza que las cosas mejorar'an. ``El sistema de libre mercado produce injusticia. Es un mecanismo, y como todos los mecanismos, con eficiencia produce bienes y tambi'en 'con eficiencia' produce pobreza, desempleo y desigualdad social. Este ha sido el gran problema del siglo XX. Debemos encontrar otra manera de resolver esa contradicci'on entre el mercado mercantil y la justicia social''. Los puntos de vista de Paz son de sobra conocidos para los mexicanos, quienes lo describen entre pedante, l'ucido, impaciente, autoritario, col'erico, democr'atico y conservador. Reconocimiento internacional -incluido un Premio Nobel- por su obra literaria le ha dado acceso a un gran p'ublico dom'estico que, a lo largo de los 'ultimos 50 a~nos, ha seguido sus comentarios culturales y pol'iticos en peri'odicos, sus propias revistas, y en la televisi'on. Patriarca indiscutible de las letras mexicanas, tiene en su poder el hacer la carrera de un joven escritor, o cambiar el tono de las discusiones pol'iticas del pa'is. Y al trabajar la tensi'on entre la pol'itica y la literatura, ampl'ia el alcance de ambas, a'un a expensas de contradecirse. ``Espero que todav'ia haya una contradicci'on entre mis ideas pol'iticas y est'eticas'', dijo, con risa ahogada, ``porque si no hay contradicci'on, no hay vida, &verdad?". Hab'iamos ido a ver al escritor mexicano y erudito Carlos Monsiv'ais, llamado por algunos como la conciencia del pa'is -el I.F. Stone de M'exico. M'as a la izquierda que el centralista Paz, Monsiv'ais ha escrito extensamente tanto de la cultura popular como de la poes'ia mexicana. ``Paz -dijo Monsiv'ais- es un gran poeta porque va desde la ret'orica elevada de los poemas tempranos al esplendor autobiogr'afico de Piedra de sol y Pasado en claro". Pero -agreg'o- ``la visi'on de M'exico que Paz ofrece en El laberinto de la soledad no tiene paralelo en su agudeza y profundidad''. El libro encierra a la vez una visi'on devastadoramente cr'itica de los compatriotas de Paz, un an'alisis l'ucido de la historia de M'exico y una b'usqueda autobiogr'afica de un autor al encuentro de su camino a partir de una sensaci'on de soledad hasta aquel momento de comuni'on perfecta llamada amor. Paz public'o El laberinto de la soledad en 1950, mientras viv'ia en Francia, y su examen de los mexicanos y su historia cre'o una manera de ver y pensar acerca de M'exico marcada en la sensibilidad mexicana. Sus discernimientos se han vuelto clich'es. En M'exico al estudiante principiante se le dice que de poder leer un solo libro acerca de M'exico, ser'ia ese. &Qu'e dice? Dice que los mexicanos viven detr'as de una m'ascara de su propia creaci'on y est'an, al final, siempre solos. Dice que para los mexicanos, hay dos tipos de mujeres: la Virgen de Guadalupe, la madre de todo y la protectora de los pobres e indefensos, y la seductora/puta, la chingada. Dice que para todos los compatriotas, hay un solo tipo de hombre, el macho, quien tiene que salirse con la suya. Y dice que en los mitos y fiestas, en el arte, en el amor, en la poes'ia, en el teatro y en las epopeyas, existe, tanto para el mexicano como para toda la gente, aunque por corto tiempo, el escape de la soledad. El p'arrafo que abre el segundo cap'itulo del libro, ``M'ascaras mexicanas'', ofrece una buena muestra de su estilo de prosa elegante y v'ivido:``Viejo o adolescente, criollo o mestizo, general, obrero o licenciado, el mexicano se me aparece como un ser que se encierra y se preserva: m'ascara el rostro y m'ascara la sonrisa. Plantado en su arisca soledad, espinoso y cort'es a un tiempo, todo le sirve para defenderse: el silencio y la palabra, la cortes'ia y el desprecio, la iron'ia y la resignaci'on. Tan celoso de su intimidad como de la ajena, ni siquiera se atreve a rozar con los ojos al vecino: una mirada puede desencadenar la c'olera de esas almas cargadas de electricidad. Atraviesa la vida como desollado; todo puede herirle, palabras y sospecha de palabras. Su lenguaje est'a lleno de reticencias, de figuras y alusiones, de puntos suspensivos; en su silencio hay repliegues, matices, nubarrones, arcos iris s'ubitos, amenazas indescifrables. Aun en la disputa prefiere la expresi'on velada a la injuria: 'al buen entendedor pocas palabras'. En suma, entre la realidad y su persona establece una muralla, no por invisible menos infranqueable, de impasibilidad y lejan'ia. El mexicano siempre est'a lejos, lejos del mundo y de los dem'as. Lejos, tambi'en, de s'i mismo''. ``El objeto de nuestra reflexi'on -escribi'o Paz en El laberinto- no es diverso al que desvela a otros hombres y a otros pueblos: &c'omo crear una sociedad, una cultura, que no niegue nuestra humanidad pero tampoco la convierta en una vana abstracci'on?". As'i, ``la soledad, el sentirse y el saberse solo, desprendido del mundo y ajeno a s'i mismo, separado de s'i, no es caracter'istica exclusiva del mexicano. Todos los hombres, en alg'un momento de su vida, se sienten solos''. Casi medio siglo despu'es de haber escrito estas palabras, Paz cree que ellas ``siguen siendo verdaderas. No son ni pesimistas ni positivas, t'erminos que no me gusta emplear''. Agrega, sin embargo: ``Creo que M'exico por fin se est'a sobreponiendo a la gran crisis iniciada en el siglo XIX. Se est'a volviendo un pa'is verdaderamente moderno. Veremos si lo logramos o no. Esta es la gran pregunta para Latinoam'erica''. Traducci'on: Merry Mac Masters Nota: Entrevista publicada en su versi'on original en el suplemento Los Angeles Times Magazine del peri'odico Los Angeles Times el pasado 30 de abril, quien autoriza su publicaci'on en La Jornada. (Ellos publicaron la entrevista con el t'itulo de ``Conversaci'on con el alma de M'exico''). El periodismo es literatura a alta velocidad: Paz Anthony Day y Sergio Mu~noz/ II El dramaturgo Hugo Hiriart, quien con frecuencia habla con Paz sobre temas tal como la naturaleza de los sue~nos y el dominio de la imaginaci'on, habl'o con nosotros en su confortable casa en el sector colonial de San Angel. Cuando Paz ``era adolescente'', dijo Hiriart, ``decidi'o que ser'ia uno de los grandes poetas del mundo. As'i que se fue de M'exico, se mezcl'o con las mejores figuras literarias en Europa y Estados Unidos y se volvi'o el poeta mejor conocido de M'exico''. Las vidas, como la historia, est'an sujetas al accidente y lo inesperado, pero ciertamente, muy pocos poetas norteamericanos forjaron su arte y sus carreras tan deliberadamente como Paz. De manera que encauzamos la conversaci'on hacia la poes'ia. Hab'iamos supuesto que la obra de Paz, al igual que el pensamiento de tantos compatriotas suyos, estaba influenciado en su mayor parte por Francia y lo franc'es. Eso es cierto, con particular influencia del poeta Guillaume Apollinaire y de Andr'e Breton y los surrealistas. ``Yo acostumbraba reunirme en el caf'e con Breton, Max Ernst, Joan Mir'o y muchos otros j'ovenes poetas y escritores'', dijo Paz. ``Yo no cre'ia mucho en la po'etica de los surrealistas ni en la 'escritura autom'atica', pero deseaba unir la poes'ia y la revoluci'on, y eso era, junto con sus ideas acerca de la libertad, lo que me atra'ia de ellos, aunque siempre tuve mis reservas. No tanto acerca de la moralidad o la pol'itica, sino en cuanto a la est'etica''. No sab'iamos del profundo cari~no que Paz guardaba hacia los poetas norteamericanos modernos, o lo mucho que le hab'ia impresionado de joven The Wasteland (Tierra bald'ia), de T.S. Eliot. Se inclin'o hacia adelante y deposit'o su taza de t'e en la mesa. Sus ojos se animaron y las palabras empezaron a brotar r'apidamente. ``Leer Tierra bald'ia fue una especie de revelaci'on. Era muy joven, y de alguna manera (Eliot) expresaba lo que yo sent'ia acerca de la civilizaci'on moderna. Yo era bastante izquierdista, y 'el fue un hombre religioso y muy conservador. Sin embargo, yo aprobaba su repugnancia por la vida moderna, la degradaci'on de la humanidad a trav'es de la homogenizaci'on del alma. De alguna manera, coincidi'o con mis propias ideas acerca de los tiempos. El fue un poeta que introdujo la historia en la poes'ia. Yo fui educado en la tradici'on simbolista y surrealista, donde el poema era algo muy subjetivo, algo que le sucede al poeta... para m'i, la gran novedad, primero en Eliot y luego en otros poetas norteamericanos (Ezra Pound, William Carlos Williams), fue la introducci'on de la realidad hist'orica de nuestro tiempo.... con la historia de la civilizaci'on occidental... Y eso, para m'i, fue el gran descubrimiento de la poes'ia norteamericana... no s'olo tratar con cosas subjetivas, sino temas universales''. La t'ecnica empleada por Eliot tambi'en era interesante, explic'o Paz. Modelado en parte despu'es de Apollinaire, quien a su vez tuvo como inspiraci'on los pintores cubistas, ``Eliot presentaba simult'aneamente diferentes aspectos de la vida en la ciudad moderna''. Esta es una t'ecnica que el mismo Paz utiliz'o con grandes resultados en sus cuatro largos y poderosos poemas, escritos entre 1969 y 1976 y reunidos en Vuelta, 1976. En el poema principal, tambi'en llamado Vuelta, Paz escribe, con ecos de Eliot: Camino sin avanzar estoy rodeado de ciudad Me falta aire me falta cuerpo Paz no escribe en la tranquilidad de su biblioteca, que prefiere utilizarla como un lugar para recibir a los amigos y conducir negocios. ``Escribo en un peque~no cuarto cerca de la rec'amara'', dijo, mezclando palabras en ingl'es, franc'es y espa~nol, sacudiendo su cabeza negativamente cuando pedimos verlo. Obviamente celoso de su intimidad, no quiso llevarnos all'i, porque eso hubiera significado ver su rec'amara. Sin embargo, nos confi'o que escribe con una pluma y papel:-No se puede escribir poes'ia en una computadora. Escribe, entrega su trabajo a una secretaria, quien lo mecanograf'ia; escribe a mano sus correcciones y le regresa las hojas para mecanografiar de nuevo. No tiene un horario fijo, dijo. Piensa en una idea durante mucho tiempo; luego, ``una vez que me siento a escribir, lo hago muy r'apido''. No fue ning'un accidente que, de joven, este escritor mexicano fuera atra'ido por poetas quienes se ocuparon no s'olo de temas personales y subjetivos, sino tambi'en universales. Octavio Paz naci'o en la Ciudad de M'exico en 1914. Su abuelo fue un intelectual/periodista/pol'itico. Su padre, Octavio Paz Sol'orzano, un abogado, se meti'o a la pol'itica y se convirti'o en un partidario del revolucionario Emiliano Zapata. Su madre, Josefina Lozano, fue hija de inmigrantes espa~noles. En 1920, despu'es de que el gobierno mexicano mat'o a Zapata y persiguieron a sus seguidores con una determinaci'on sangrienta, la familia de Paz se traslad'o a Estados Unidos, estableci'endose en Los Angeles, donde el padre de Octavio hab'ia trabajado como el representante del l'ider revolucionario. En Estados Unidos, el joven Octavio tuvo una de las experiencias determinantes de su infancia, a los seis a~nos, en el jard'in de ni~nos. Su ingl'es no era fluido. Su maestro se fij'o que no estaba comiendo su lunch. Le pregunt'o por qu'e. ``Cuchara, cuchara'', dijo, repitiendo la palabra en espa~nol. No sab'ia decirlo en ingl'es. ``Cuchara! Cuchara!", molestaron los ni~nos norteamericanos. Y acab'o pele'andose. Esta fue una de las tres veces en su infancia -escribi'o en su esbozo autobiogr'afico Itinerario-cuando se sinti'o totalmente solo, abandonado. ``Tal vez'', escribi'o, ``todo lo que he escrito sobre mi pa'is no ha sido otra cosa sino una reacci'on a tres experiencias de desamparo infantil''. Otra de las experiencias: de regreso a M'exico, Paz se sinti'o, de nuevo, fuera de lugar; solo. Y fue molestado, esta vez -con su conocimiento del ingl'es, sus ojos azules, piel blanca y pelo casta~no claro-por ser un ``gringo''. Sin embargo, su experiencia m'as temprana de abandono, y la m'as extra~na, vino, dice, cuando ten'ia tres o cuatro a~nos. ``Yo me percibo, tal vez debo decir que veo una figura borrosa, un bulto pueril, perdido en medio de un enorme sof'a circular, tapizado en seda gastada, justo en medio del cuarto... hay una fiesta en la casa pero el peque~no bulto llora y nadie viene. El bulto llora. Ha estado llorando durante siglos, pero nadie lo oye. Est'a perdido en un mundo que es, al mismo tiempo, familiar y distante, 'intimo e indiferente.... no recuerdo nada m'as''. ``Lo m'as probable es que mi madre haya acudido a consolarme: las mujeres son la puerta hacia la reconciliaci'on con el mundo''. Paz habl'o con suavidad en ingl'es, el cual es fluido, s'olo vacila de vez en cuando. Ha ense~nado en Harvard, la Universidad de Texas y la Universidad de Cambridge, Inglaterra. De vez en cuando, los ocho gatos de Paz maullaron y maullaron en el patio. ``Imag'inense'', Marie-Jos'e hab'ia proclamado, ``ocho gatos, cada uno con nueve vidas!". A partir de aquella visita infantil a Los Angeles, Paz pas'o mucho tiempo en Estados Unidos. Lleg'o a ese pa'is en 1944 con una Beca Guggenheim y se qued'o dos a~nos, trabajando en el periodismo, ense~nando en Middlebury College, en Vermont, y trabajando de repente aqu'i y all'a. El periodismo ``fue una buena preparaci'on para m'i", dijo, ``porque el periodismo es literatura a alta velocidad''. Otro ejercicio comprendi'o el doblaje al espa~nol de pel'iculas de los estudios MGM (en Nueva York). ``Fue interesante, porque intent'e muchos experimentos al seguir el movimiento de los labios y encontrando palabras que sincronizaban. Siendo un poeta, pude encontrar algunos ritmos y hacer las frases m'as lac'onicas''. De aquellos a~nos Paz dijo: ``Hist'oricamente ese fue un gran momento para Estados Unidos. Era el final de la guerra, y encontr'e a la gente llena de energ'ia. Tambi'en hab'ia algunos puntos negativos. Hab'ia discriminaci'on. Pero la cultura era muy vigorosa, e inauguraba una nueva era en la historia universal''. Encontr'o a los norteamericanos ``tan directos y abiertos -es es un gran m'erito de los norteamericanos... pero a veces es muy dif'icil hablar con ellos porque sus or'igenes son muy diferentes a los nuestros. Nuestros antecedentes intelectuales y existenciales son muy diferentes. Pero, de superar ese choque inicial, puede ser maravilloso''. En Los Angeles, conoci'o a los ``pachucos'', los Zoot Suiters, y escribi'o sobre ellos. Su imagen del pachuco no gust'o a los chicanos, quienes la encontraron condescendiente y francamente insultante. Le preguntamos al respecto; dijo haber o'ido de las quejas, pero no las justificaba. ``Sent'i atracci'on por este grupo de gente joven que estaba en rebeli'on. Su rebeli'on no fue ideol'ogica ni pol'itica. Era una rebeli'on de c'omo comportarse y vestirse. De alguna manera, para m'i, era una rebeli'on moral y est'etica. La est'etica es una de las armas de aquella gente que ha sido derrotada. Yo era mexicano y ten'ia las mismas ra'ices. Para m'i, eran v'ictimas''. Traducci'on: Merry Mac Masters M'exico ha pasado momentos peores; se impondr'a la voluntad de ser: Paz Ang'elica Abelleyra. En dos noches seguidas que encabez'o para comentar los tomos VII y VIII de sus Obras Completas, Octavio Paz se hizo al prop'osito de no emitir palabra alguna. Sin embargo, al t'ermino de la presentaci'on ayer de su libro sobre historia y pol'itica, El peregrino en su patria, no resisti'o la tentaci'on de hablar sobre M'exico y los momentos ``dif'iciles'' de hoy:``Hemos pasado momentos peores y creo que al final est'a la persistencia de los mexicanos, esta voluntad de ser se impone. Lo que me conmueve de mi pa'is es su voluntad de permanecer. Los mexicanos no debemos preocuparnos por saber el misterio de nuestra historia. Lo que debemos hacer es conservar esta voluntad, esta perseverancia y, claro, nuestra capacidad para inventar otro M'exico''. El poeta acudi'o a la Casa de los Azulejos, para escuchar desde la primera fila los comentarios de Enrique Krauze, Rafael Segovia y Fernando P'erez Correa sobre este libro que compila los escritos a lo largo de medio siglo de Paz sobre el M'exico de la antropolog'ia, la historia, la moral y la pol'itica. ``Cuando uno escribe no se da cuenta exactamente de lo que est'a haciendo. Aquellos autores que digan que son los due~nos de lo que escriben, tienen ilusiones excesivas acerca de los poderes misteriosos de la palabra. La palabra siempre va m'as all'a de las intenciones del autor, sobre todo si ese escritor es un literato y quiere ser un poeta. En el caso de los historiadores y soci'ologos (como los aqu'i reunidos) es m'as f'acil para ellos controlarse. Yo no puedo. Escrib'i El laberinto de la soledad en momentos de soledad tambi'en, con un plan vago que finalmente no cumpl'i en totalidad, en una situaci'on an'imica y emocional muy intensa. Despu'es, todo lo que he escrito ha sido una reflexi'on sobre mis circunstancias. Para m'i la poes'ia ha sido siempre la respuesta a las circunstancias y he hecho m'ia la f'ormula de Goethe, de que no hay m'as poes'ia que la de circunstancias'', coment'o el Nobel de Literatura, ante un auditorio acalorado en un saloncito que a todos parece decorado como un pastel. Esa condici'on circunstancial, Paz la traslada tambi'en a sus ensayos. Mis escritos, deline'o, son circunstanciales, cr'iticos, apasionados. ``Tratan de develar, descifrar una realidad, sobre todo descifrarme a m'i mismo. No es obra cient'ifica, es obra de escritor que quiere conocer el mundo que lo rodea para conocerse a s'i mismo y poder dialogar con ese mundo''. El cierre de Paz tuvo como respuesta los aplausos. Antes, el historiador Enrique Krauze ofreci'o una especie de biograf'ia pol'itica del escritor de 81 a~nos, ``m'as vigoroso que su abuelo, tan rebelde y revoltoso como su padre, que sigue en la trinchera con un siglo de experiencia y ve a M'exico en un mirador patriarcal'', ley'o para continuar:``Sus contempor'aneos se han ido, s'olo queda 'el. Pero no est'a solo. Su vida ha sido una met'afora de la tradici'on. Su obra es un milagro. En ella comulgan las generaciones de M'exico''. El autor de Biograf'ias del poder hab'ia hecho una emotiva disertaci'on sobre un autor que con 35 a~nos era ya ``un buzo en las aguas subterr'aneas y superficiales de M'exico'' y ``un alquimista en busca de la sustancia'' del pa'is, a trav'es de ese ``libro revelador'' y ``autobiograf'ia t'acita'' que es El laberinto de la soledad. Habl'o del abuelo Irineo y del padre don Octavio; el primero, un liberal que siempre tuvo como temas la libertad y el poder; el segundo, un revolucionario detr'as de la justicia y la igualdad. Sobre el poeta presente en Sanborn's de Madero, dijo que ``ser'a siempre un hijo de la Revoluci'on Mexicana'' que ha ido hacia ese movimiento a trav'es del acto po'etico. M'as adelante, Krauze descifr'o las actuaciones de Paz como diplom'atico, las cartas que envi'o a Carrillo Flores (in'editas) para reprobar la pol'itica mexicana respecto al movimiento estudiantil del 68, y las cr'iticas e ``incomprensi'on'' de la izquierda mexicana ante su postura contra el ``mito sangriento de la revoluci'on comunista''. En la lectura lo antecedi'o el escritor Fernando P'erez Correa, quien advirti'o algunos puntos nodales en la reflexi'on de Paz: la democracia es el medio para echar a andar a la Naci'on, para devolverle su libertad de acci'on''. Despu'es, Rafael Segovia hablar'ia del ``misterio'' que otorga toda su fuerza a El laberinto de la soledad, ``un libro paradigma'' en el que circulan la inteligencia y la libertad. Toledo, artista de extrema modernidad y de extrema antiguedad: Octavio Paz Ang'elica Abelleyra y Braulio Peralta =A4 Dice Octavio Paz que todav'ia espera ``la media hora favorable'', el momento propicio de inspiraci'on para escribir sobre Francisco Toledo, Vicente Rojo y de otros pintores ausentes en su vasto ejercicio literario sobre el arte contempor'aneo. Sin embargo, antenoche habl'o con La Jornada en torno del creador juchiteco:``En Par'is me entusiasm'o su aparici'on. Tuvo algo de milagroso en el mundo de aquellos a~nos. Su pintura me gusta mucho. &C'omo definirlo? Dir'ia una banalidad. Preferir'ia escribir algo, que decir opiniones de tipo period'istico. &Compararlo con (Rufino) Tamayo o cosas as'i? No. Es un temperamento de una gran originalidad''. ``Est'abamos hablando de las relaciones del mundo antiguo, del mundo precolombino con ciertos artistas mexicanos, no con todos. ``Yo creo que los muralistas, sobre todo (Diego) Rivera, ten'ian una comprensi'on intelectual, pero no profunda y emocional como la que tuvo Tamayo. En el caso de Toledo son m'as visibles la extrema modernidad de Toledo y la extrema antigedad de Toledo; adem'as 'el se mezcla con su inter'es por los artes primitivos de otras culturas, no s'olo de la mexicana''. Aunque de manera escueta, esta es la primera vez que el Nobel de Literatura se refiere p'ublicamente a Francisco Toledo. En su volumen Los privilegios de la vista II -que compila 50 a~nos dedicados a escribir sobre pintura, escultura, arquitectura y las formas y estilos que han marcado el arte mexicano desde la antigedad y hasta nuestros d'ias- la de Toledo es una de las omisiones m'as notables en su ejercicio cr'itico. En la restaurada Casa de los Azulejos, durante la presentaci'on del tomo VII de las Obras Completas del poeta, publicadas por el Fondo de Cultura Econ'omica (FCE), la historiadora Teresa del Conde y el pintor Miguel Cervantes coincidieron en lamentar la ausencia de varios creadores mexicanos en Los privilegios de la vista. Entre ellos, Francisco Toledo. Poco despu'es, ante el micr'ofono, Octavio Paz responder'ia: ``Lamento much'isimo no haber hablado como deber'ia de haber hablado de Toledo, de Vicente Rojo y de varios pintores. No he tenido esa media hora de inspiraci'on para escribir sobre ellos. Para m'i -agreg'o- el ejercicio de la cr'itica nace del entusiasmo. Pero ese entusiasmo tiene que coincidir con ciertos momentos propicios. La palabra inspiraci'on est'a quiz'a demasiado gastada, pero tiene que ver con eso''. Apenas una semana antes (jueves 4 de mayo), en un suplemento alrededor de Francisco Toledo publicado en este diario, el artista oaxaque~no recordaba el apoyo que Octavio Paz y Rufino Tamayo le hab'ian brindado durante su estancia en Par'is en los a~nos 60. Dijo: ``En Par'is conoc'ia Tamayo y a Octavio Paz. Los dos fueron muy importantes y bondadosos porque me apoyaron para quedarme [...] Reci'en llegado, gracias a Octavio Paz entr'e a la Casa de M'exico. Adem'as, frecuentaba su casa adonde nos junt'abamos con Nieto (Rodolfo); habl'abamos del amor y la nostalgia. Me acuerdo m'as o menos que Paz me dijo una vez: 'Toledo &y si por valija diplom'atica mandamos a traer una iguana estar'a usted m'as contento?'. Eso era un chiste pero, lo cierto, es que estar lejos a veces resulta pesado''. Con la presencia del poeta Aurelio Asiain, del moderador Danubio Torres Fierro, de Teresa del Conde y Miguel Cervantes, transcurri'o la noche del jueves para comentar Los privilegios de la vista II, t'itulo del volumen que enmarcaba la mesa del estrado, entre logotipos del Fondo de Cultura Econ'omica y Sanborn's. La acalorada sala, con sillas en extremo juntas, nunca lleg'o a verse colmada al tope, como sucede en cada presentaci'on p'ublica de Octavio Paz, quien esta vez se coloc'o en primera fila, al lado de su esposa Marie Jos'e y de Miguel de la Madrid Hurtado, director del Fondo. A sugerencia del moderador (que no lo fue tanto), Octavio Paz accedi'o a decir unas palabras al final de la sesi'on. ``Agradezco mucho la invitaci'on pero realmente no hab'ia preparado nada. Quiz'as pudiera referirme a las omisiones que han se~nalado. En efecto, la m'as importante es la de la pintura novohispana. La verdad es que me siento muy distante de esta pintura. En cambio, le dedico unas p'aginas entusiastas tanto a la arquitectura del siglo XVI como a la del XVII y XVIII'', puntualiz'o para luego hablar de las ausencias de Toledo y Rojo, comentadas al inicio de la nota. Para finalizar, el ensayista abund'o sobre el tema central de Los privilegios de la vista: la tradici'on de la modernidad, la conquista de la modernidad que es la conquista de la libertad, tema que hab'ia punteado Asiain en su texto. Y a~nadi'o Paz sobre el asunto: ``La historia del arte de M'exico es parte de la historia de las tradiciones, recreaciones, respuestas pol'emicas que hemos hecho los mexicanos hacia el mundo exterior y a las artes de fuera. Esta creo que es la historia del arte mexicano y probablemente del arte de todo el continente americano sin excluir a Estados Unidos que, entre par'entesis, al principio y muy iniciado el siglo XX, fue mucho m'as d'ebil que nosotros y no pudo oponer a la fascinaci'on europea sino una imitaci'on. En cambio, M'exico ha establecido un di'alogo pol'emico con el arte europeo''. Antes del comentario y del coctel con canap'es, muy mexicanos, se hab'ian sucedido los comentarios de Miguel Cervantes, Teresa del Conde y Aurelio Asiain, de quienes Paz destac'o la ``penetraci'on'', ``iron'ia'' y ``esp'iritu luminoso'', respectivamente. En primer t'ermino, Cervantes dijo que la publicaci'on est'a ajena al 'animo enciclop'edico. ``Es un libro del gozo de ver, del gozo del lenguaje y la reflexi'on'', puntualiz'o al referirse a los supuestos de Paz en relaci'on al arte precolombino y a los pintores Hermenegildo Bustos, Jos'e Mar'ia Velasco y Jos'e Clemente Orozco, entre otros. En segundo t'ermino, vino la improvisada participaci'on de Teresa del Conde al destacar que en todos los libros de arte contempor'aneo en el mundo ``no cesa la menci'on de Octavio Paz'', y aplaudi'o la ``disposici'on'' del Nobel a abordar a algunos artistas eludidos hasta el momento, como Toledo. Para cerrar, Aurelio Asiain apunt'o que el volumen no surge del azar sino de la voluntad de la forma, por lo que se constituye en un libro alrededor del ``enigma de c'omo es M'exico y sus formas'', y en cuyo texto, dijo, hay un poema in'edito dedicado a Marie-Jos'e, que aqu'i publicamos. ``Toda la literatura de occidente versa sobre el amor o el poder...'' Usen el adjetivo o etiqueta que quieran, pero no ``conservador'': Octavio Paz Anthony Day y Sergio Mu~noz/ III y 'ultima $ Hablamos primero con Octavio Paz un viernes. Ese mismo fin de semana nos quedamos en una vieja hacienda azucarera del Valle de Morelos, al otro lado de las monta~nas de la ciudad de M'exico, y m'as all'a de Cuernavaca. All'i nos dijeron que hasta un portero anciano hablaba de irse a California. No hab'ia o'ido de la Propuesta 187, pero al enterarse dijo que no le importaba. ``Justo hace una semana -coment'o-cien hombres de Tetecala (un pueblecito cercano) se fueron a buscar trabajo en el norte". El peso se desliz'o un poco m'as el d'ia que regresamos a la ciudad. Paz dijo: ``Es injusto, aunque natural y humano'' lo que se ha hecho del ex presidente Carlos Salinas de Gortari: un ``chivo expiatorio'' de la presente crisis financiera. ``Salinas fue un hombre muy valiente en cuestiones de econom'ia. Hizo lo correcto al liberar la econom'ia del control estatal''. En el M'exico colonial, la riqueza del pa'is era propiedad del Estado. A partir de su independencia en 1821, la econom'ia vino a depender m'as y m'as del Estado, y todav'ia mucho m'as a ra'iz de la revoluci'on de 1910-1921. ``Por 'ultimo, la influencia marxista hizo al Estado m'as y m'as poderoso. Salinas rompi'o esta tradici'on de una vez por todas'' mientras intentaba modernizar el pa'is. El PRI -a~nadi'o-, creado para ser ``un partido moderadamente autoritario, a veces me recuerda el Partido del Congreso de la India. Ser'an muy diferentes los partidos, pero la funci'on es la misma: mantener la cohesi'on y la unidad en pa'ises donde las fuerzas centr'ifugas son muy poderosas''. Quer'iamos hablar m'as con 'el acerca de su propia pol'itica. ``Hagan lo que hagan con la entrevista'', nos dir'ia m'as tarde, ``no me llamen un conservador''. Su petici'on reflejaba lo que sab'iamos de su historia pol'itica. Como es costumbre en un intelectual mexicano, Octavio Paz empez'o como un escritor de la est'etica. En su juventud, el fascismo hab'ia oscurecido Italia y se estaba revelando de manera a'un m'as aterradora en Alemania. A muchos intelectuales de todo el mundo, el marxismo los atrajo con la embriagadora tentaci'on del antifascismo, y Mosc'u era visto como un faro de justicia. En Espa~na, los fascistas, guiados por Francisco Franco, intentaban, con ayuda alemana e italiana, derrocar a la rep'ublica espa~nola sostenida por Mosc'u. En 1937, cuando a los 23 a~nos ya era un poeta publicado, acept'o la invitaci'on del chileno Pablo Neruda y del espa~nol Rafael Alberti, para asistir a la Segunda Conferencia Internacional de Antifascistas en Espa~na. A su regreso se ocup'o de lo que describe como su ``actividad pol'itica m'as intensa''. Trabaj'o con refugiados espa~noles republicanos en peri'odicos literarios y pol'iticos. Para ese entonces hab'ia comenzado a alejarse del c'omodo izquierdismo que practicaban sus compa~neros escritores de Am'erica Latina. En Espa~na ``los comunistas hab'ian empezado a hacerme dudar''. Pero a su regreso hab'ia cooperado con ellos: ``yo todav'ia era un compa~nero de viaje''. Sin embargo, poco a poco, influenciado por eventos, como el pacto sovi'etico-nazi de no agresi'on en 1939, el asesinato de Le'on Trotsky en M'exico ordenado por Stalin en 1940, empez'o a alejarse, y ya para 1943 hab'ia renunciado al peri'odico izquierdista. Paz ten'ia treinta y tantos a~nos y estaba en plenas facultades creativas. Vivi'o en Francia, visit'o la India y Jap'on, luego regres'o a M'exico en 1953 despu'es de residir nueve a~nos en el extranjero. Fue, explica, ``una verdadera gestaci'on, s'olo que en reversa: afuera en vez de adentro de mi pa'is de nacimiento''. Al t'ermino de aquella estancia fuera de M'exico hab'ia separado los hilos entrelazados de la poes'ia y la pol'itica. ``Fue antes de 1950 que yo hab'ia cambiado de idea respecto a la noci'on de que la poes'ia era un arma para la revoluci'on. Pero tambi'en descubr'i que la idea de la poes'ia como la personificaci'on de la revoluci'on era absurda. En aquel entonces tambi'en llegu'e a la conclusi'on que la revoluci'on en la URSS hab'ia sido una gran cat'astrofe''. Algo nost'algico, expres'o: ``estuve muy aislado en M'exico aunque ten'ia muchos amigos disidentes de la izquierda''. La ruptura de Paz con los comunistas, antes que otros intelectuales de Am'erica Latina, no se dio sino hasta fines de los a~nos setenta. Cuando rompi'o, la izquierda reaccion'o furiosa. ``Conservador'', ese adjetivo que odia, fue el m'as moderado de las etiquetas que le lanzaron sus miembros. Incluso, fue acusado de ser un operativo de la CIA. Y la izquierda todav'ia no le ha perdonado los programas que posteriormente hizo para la servil y progubernamental cadena de televisi'on, Televisa. Pero, a pesar de los insultos, a menudo rasgo de las pol'iticas intelectuales mexicanas, Paz nunca ha sido un hombre de derecha. Despu'es que el Ej'ercito dispar'o y mat'o a un gran n'umero de estudiantes que se manifestaban en la Plaza de Tlatelolco de la ciudad de M'exico, renunci'o como embajador en la India, en protesta contra el gobierno. Y en ese instante, se convirti'o en un h'eroe en M'exico, venerado por j'ovenes y respetado por aqu'ellos que no s'olo desaprobaban la represi'on militar sino que exig'ian democracia. Desde entonces, ha seguido criticando las convenciones pol'iticas y art'isticas de la vida mexicana. ``La cr'itica -ha escrito- es lo que la imaginaci'on ha aprendido en su segunda vuelta. Despu'es de haberse curado de la fantas'ia, es una imaginaci'on que ha decidido enfrentar la realidad del mundo''. En nuestra segunda y 'ultima visita a Paz, desv'iamos la discusi'on hacia su trabajo reciente. En 1993, escribi'o un libro extraordinario: La llama doble, que es un relato enciclop'edico de la correlaci'on entre el sexo, el erotismo y el amor en las obras de Plat'on, los poetas medievales de Provenza y Jap'on, Gustave Flaubert, James Joyce, el Marqu'es de Sade y Sigmund Freud. ``Este libro sobre la India'', explic'o Paz en referencia a Vislumbres de la India, recientemente terminado, ``as'i como La llama doble, los escrib'i bastante tarde en mi vida; pero ambos son libros que hubiera querido escribir hace muchos a~nos. Poco a poco estoy saldando las deudas contra'idas conmigo mismo con un retraso de por lo menos 20 a~nos''. Quer'iamos saber m'as acerca de su larga reflexi'on sobre el amor, tema siempre presente en su vida. ``Nunca estamos solos'', contest'o como si diera respuesta a las ansiedades del ni~no y las preguntas del hombre joven que alguna vez fue. ``Siempre estamos con el otro, alguien que pertenece al mismo mundo pero es diferente -y esa es la esencia de, quiz'a, el secreto de la atracci'on... ``El amor es parte de la vida humana. En el mundo animal existen pasiones sexuales. Pero la cultura ha invitado a un nuevo dominio: aquel tipo de relaci'on que llamamos amor. El amor es un invento de los hombres... ``Todas las sociedades han conocido el amor, algunas incluso han reflexionado sobre el amor: la India, China, Jap'on. Provenza... Toda la literatura de la civilizaci'on occidental es acerca del amor o acerca del poder... El amor pertenece al reino de la libertad, el amor es uno de aquellos momentos en que los hombres pueden alcanzar la libertad; no siempre, sino por un momento, por un instante de reciprocidad''. La entrevista llegaba a su fin. Ten'iamos que correr al aeropuerto a tomar un avi'on, y Marie-Jos'e entr'o a la biblioteca. Quer'ia saber c'omo nos iba. Paz la mir'o con la misma pasi'on que le ha profesado durante los 'ultimos 30 a~nos. Mientras nos prepar'abamos para decir adi'os, vimos su cara feliz. Nos hab'ia dicho que era un hombre feliz, simplemente porque ``Marie-Jos'e existe: eso es todo''. (Traducci'on: Merry Mac Masters) _________________________________________________________________ En Nueva York otorgar'an a Paz el Doctorado Honoris Causa en Letras Notimex, Nueva York, 13 de mayo $ La Nueva Escuela de Investigaci'on Social de Nueva York otorgar'a el pr'oximo 23 de mayo un Doctorado Honoris Causa en Letras al escritor mexicano y premio Nobel de Literatura 1990, Octavio Paz, informaron fuentes de ese centro. La instituci'on acad'emica reconocer'a la labor del poeta y ensayista, en una ceremonia en la que el profesor em'erito de la Universidad de Columbia, Robert K. Merton, tambi'en recibir'a un grado honorario, agregaron. Paz fue objeto de un amplio homenaje en Nueva York el a~no pasado con motivo de su 80 aniversario, en una serie de eventos que incluyeron la lectura de sus poemas, conferencias y simposios sobre su trayectoria. La obra de Paz es conocida a nivel internacional. Algunos de sus trabajos de prosa m'as conocidos, entre ellos El laberinto de la soledad, han sido traducidos al idioma ingl'es. La Nueva Escuela de Investigaci'on Social incluye diversas centros, entre ellos el Colegio Eugene Lang, el Colegio Mannes de M'usica, la Facultad de Ciencias Pol'iticas y la Escuela de Graduados en Administraci'on y Pol'itica Urbana. Junto con Paz y Merton, otras personalidades que recibir'an grados honorarios son el director ejecutivo de la organizaci'on Trans'africa/Trans'africa Forum, Randall Robinson, quien apoy'o la transici'on pac'ifica a la democracia en Hait'i. Tambi'en ser'a reconocida la labor del vicepresidente de la firma General American Investors, Company, Inc., y presidente del Consejo de Fideicomisarios de la Nueva Escuela de Investigaci'on Social, Malcolm B. Smith. El reconocimiento que recibir'a Paz se sumar'a a una larga lista de distinciones de que ha sido objeto por parte de instituciones acad'emicas y gobiernos de diversos pa'ises.